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Por Carlos del Frade
(APE).- Sigue la guerra contra los pibes.
En distintos puntos del planeta, en diferentes lugares del mapa argentino.
La llevan adelante los policías. Los blancos son los territorios que alguna vez fueron canchas de bolitas y pelotas, pistas de bicicletas y marcos para rayuelas que apuntaban a un cielo cercano al que solamente se llegaba saltando y a pura sonrisa. Los blancos, los territorios a invadir son los barrios.
La guerra contra los pibes no se detiene.
Ahora es la etapa de la invasión.
-La policía trae la indignación a los barrios, porque los chicos entienden si uno les habla, pero ellos no les hablan, los zamarrean, los estropean y así no vamos a tener ninguna seguridad -dice Rosa Riffo, fundadora e integrante del grupo “Familia, mantel y mate”, mamá de Luis “Titi” Almonacid, un pibe asesinado por un policía de la provincia de Río Negro.
La descripción que hizo Rosa tiene ecos de otros tiempos, de una vieja y nunca terminada noche carnívora.
“Los Bora (así le llaman a la policía) vinieron acá todos armados, queriendo entrar a las casas sin autorización”, sostuvo la mamá de Luis.
“Así como ellos nos piden identificación, nombre, apellido, domicilio, barrio, todo, también queremos que ellos se identifiquen delante de nosotros”, agregó Rosa con total derecho en medio del desprecio institucional contra los chicos empobrecidos de San Carlos de Bariloche.
La guerra contra los pibes no repara en contrastes. Aunque Bariloche sea la meca de miles de muchachas y chicos argentinos a la hora del viaje de estudios, la ciudad ya forma parte del teatro de operaciones contra los pibes.
Por eso la Corriente Militante por los Derechos Humanos de aquella ciudad del sur pidió amparos judiciales para que se detenga la invasión policial y de otras fuerzas de seguridad en los barrios.
Incluso solicitaron, junto con otras organizaciones, “el inmediato retiro de las fuerzas de seguridad que no tienen jurisdicción en la provincia” y pidieron que “cesen actividades represivas y arbitrarias”.
El organismo agregó que son violentados “la integridad física de las personas, la garantía de legalidad en las detenciones y en los operativos de las fuerzas de seguridad, viviendo un estado de amenaza permanente e intimidatoria (se detiene a los jóvenes en la calle, se les pega, se les impide la libre circulación por la vía pública, se irrumpe en las casas sin órdenes de allanamiento, se golpea a la gente que se encuentra en ellas, se destrozan sus pertenencias, se los expone a situaciones de total vejación, se revisa a los alumnos a la entrada de las escuelas y demás situaciones irregulares) que está focalizada en los sectores más vulnerables, niños, adolescentes y jóvenes de los barrios del Alto”, dice el documento.
Semejante descripción parece ser la crónica de viejas cacerías sufridas en este territorio donde antes la niñez era sinónimo de privilegios y alegrías permanentes.
La guerra contra los pibes ha llegado a Bariloche.
Los barrios están siendo invadidos.
Los chicos son las presas buscadas.
No se trata de un argumento de una película serie B. Es la crónica del principio crepuscular del tercer milenio. Son las palabras que relatan la invasión...
Fuente de datos: Diario Río Negro 26-11-05
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