La gratitud militante

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Por Alfredo Grande

   (APe).- En una entrevista radial hice una diferencia entre militancia y militarización. Por esas cosas de la cultura represora, al decir “militar” refiere a ambas cuestiones. Y militancia y militarización no solamente son cuestiones diferentes sino que son incompatibles. O sea: excluyentes. Militar puede significar una marcha o un desfile. La militancia que siempre fue de las clases reprimidas por la cultura represora, ha sido capturada por la militarización que es una de las estrategias de neutralización del combate social.

Hay demasiados ejemplos de militancia que de la queja fue a la protesta, y de la protesta al combate. Menciono uno: el Cordobazo. La unión en acción de estudiantes y obreros marcó el ascenso de una estrategia revolucionaria que no se conformaba con las sobras de ningún banquete. Iba a disputar la propiedad privada del banquete. Tan importante como el 25 de mayo y desde ya, menos recordado. Tampoco el 25 de mayo es demasiado recordado, y se lo suele invocar en vano.

La militancia siempre fue enfrentar a la cultura represora: en dictadura y en democracia. Militar contra el Poder Absoluto y contra el Absoluto PODER. Ser realistas pidiendo lo imposible, como enseñó el Mayo Francés. Ahora ni siquiera pedimos lo posible. Reducción del monto del impuesto a las ganancias sin combatir la estafa colosal de considerar al salario ganancia. La militancia ha sido corrompida por una forma artificial que denomino militarización. El Operativo Dorrego, en las épocas del 73, fue el intento de unir militancia con militarización. El Ejército Argentino en la persona de Albano Arguindegy, luego uno de los asesinos seriales de la masacre de reorganización nacional, se unió para este Operativo, con organizaciones políticas. Si la memoria no me falla, al menos demasiado, creo que en su mayoría militancia montonera.

Esta unión del Soldado y del Pueblo es la profecía del Peronismo. Y de la certeza de que Perón era el Primer Trabajador. Como siempre digo, aunque en verdad es la primera vez que lo digo, cuando uno está enamorado da lo mismo un canto que un rebuzno.

Del Operativo Dorrego a la Masacre Genocida hay una trama alucinatoria que desmontar. Cuando la militancia queda capturada desde los aparatos ideológicos del Estado (recordando a Althuser) sólo de la militancia queda la palabra. Cáscara vacía.

El Estado es la Jerarquía Absoluta. Su relación con las bases es de sometimiento, aún cuando las bases puedan acceder al sometimiento por consenso. Cuando el Estado militariza a la militancia, estos militantes se hacen llamar “soldados”. Incluso para expresar el disenso: “conformes, conformes General, conformes los gorilas, el pueblo va a luchar”. Esa consigna también tuvo el mismo valor rebelde que el 25 de mayo de 1810. Enfrentar al Poder Estatal Absoluto. Militancia Pura. Valiente. Sincera. Corajuda. Lejos estamos de esos tiempos.

Ahora los “soldados” son, con palabras de un paciente, la guardia pretoriana del Proyecto. Caballeros templarios del santo grial nacional y popular. Chevron, Monsanto, Milani ni siquiera son excepciones porque ahora hay otras reglas. Ahora que salta la corrupción en FIFA sería bueno revisar cómo Grondona, empleado de la Dictadura Genocida, pudo ser el Papa del fútbol argentino tantas décadas. Hasta su muerte que al menos espero no sea en paz. Todos los negocios y negociados pasaron por él, incluso el fútbol para todas y todos. Por eso la gratitud militante es para los compañeras y compañeras que saben por qué luchan.

Y en esa gratitud militante está ratificada la profecía de nuestro amado Alberto Morlachetti. “Con ternura venceremos”. Porque sin ternura, sin gratitud militante, el canibalismo incluso el canibalismo de izquierda le ganará la pulseada a todas las formas de ternura revolucionaria. Y no revolucionaria también.

La militarización de la sociedad nada tiene que ver con la ternura. Ni con la bravura. Apenas son formas de control policial. En la familia pasa lo mismo. La familia siempre será patriarcal. Porque su matriz exige un Jefe o una Jefa. La derivación de la familia como constructo represor es el femicidio. La propiedad privada de la mujer tiene raíces religiosas muy profundas. Que arrancan con el pecado original y con postular inmaculadas concepciones.

En la mujer el sexo es crimen y por eso hay castigo. Los pensadores del yogurísimo señalan las libertades sexuales actuales. Confunden por complicidad e ignorancia la sexualidad reprimida con la represora. Un país abolicionista de la prostitución no combate la industria del secuestro, la extorsión la esclavitud que algunos llaman Trata.

La cultura represora condena los efectos, pero es indulgente y cómplice con las causas. No sea que tenga que verse en un espejo que la refleje. Por eso la gratitud militante exige combatir contra todas las formas de la cultura represora.

El 6 de junio a las 15 horas nos encontramos en el BAUEN todos los que consideramos, los que militamos sin militarizarnos, que con ternura venceremos. Y en ese marco voy a presentar mi tercer libro editado por APE: “La cultura represora”. Porque también yo necesito expresar mi propia gratitud militante con la Fundación Pelota de Trapo, con la cooperativa ATICO, y con tantos compañeros y hermanos en lucha que con no demasiado esfuerzo, también los puedo contar.

 

Edición: 2925

 


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