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Por Alfredo Grande
(APe).- A medida que los años avanzan (con esa inquietante comodidad de pertenecer a la población en riesgo) –yo, al menos- necesito ciertas amarras en mi pensamiento. Pocas, pero firmes. Pero la ortodoxia nos habita y la única diferencia que encuentro es entre los que la cultivan y entre los que la enfrentan. Y algunas veces pueden ganar la pulseada. No siempre la astilla es peor que el palo.
Una amarra es que todo lo que se escribe en singular y con mayúscula es reaccionario. Por ejemplo: La Patria, La Familia, El Trabajo, La República, La Democracia. El singular y la mayúscula designan un absoluto, una totalidad que no admite excepciones a una regla de acero. Las y los que intentaran hacerlo, serán condenados por traidores, herejes, desertores. Incluso los que se llenan la boca con las virtudes de las diversidades, apenas tienen la oportunidad crean nuevas ortodoxias. El Papa siempre tendrá más Papistas.
La otra amarra es que el uso de la primera persona del plural también es reaccionario. Recuerdo que hace mucho, mis hijos me decían que siempre que veía una película decía que era reaccionaria. A lo mejor el reaccionario soy yo. Pero quizá fue una anticipación de lo que luego fuera el concepto de cultura represora.
El “nosotros” es una forma de inclusión feroz, donde todes quedamos en la misma bolsa. ¿Qué hemos hecho con el medio ambiente? Todos somos corruptos y coimeros. Es hora para que pensemos otra forma de vida. No es por vos, es por todos. Esto es una variante interesante, porque el plural está singularizado. Tiene más impacto. Logra que la culpabilidad se disperse de tal modo, que el resultado es que todes somos responsables. Desde Paolo Rocca, hasta el trabajador golondrina. A cuyo calvario Silvana Melo le pone palabra.
Estos mecanismos combinados permiten la construcción de relatos salvajes. Y asesinos. Desde ya, con las mejores intenciones y siempre para nuestro bien. El más ritualizado es La Cuarentena que, sin que nadie dude, tenemos que cumplirla todos nosotros.
El otro ritual es La Deuda, que -sin que nadie dude- tenemos que pagar todos nosotros. Cumplir la Cuarentena y pagar la Deuda son absolutos. Antes que sea demasiado tarde, aclaro y pretendo que no oscurezca. ¿Es necesaria la cuarentena? Sí. ¿Puede ser cumplida por todos? No. ¿Hay que pagar la deuda? Sí. ¿Eso incluye la estafa y la deuda ya pagada? No.
Sosteniendo el paradigma de la simplicidad, hay dos tipos de personas. Las que exigen cumplir La Regla y las que piensan que es interesante pensar las excepciones. Un ejemplo para ilustrar. En los hospitales y sanatorios AC (antes de la cuarentena) era frecuente que a un paciente se le diera un alta prematura para impedir “infecciones hospitalarias”. O sea: donde se debía curar se enfermaba. Nunca nadie propuso cerrar el hospital o sanatorio para desinfectarlo.
En nuestra realidad DC (después de la cuarentena) el aislamiento social se presenta como un absoluto. Si bien insisto en que es necesario, porque el Covid 19 tiene una capacidad de contagio altísimo, también insisto en que plantear el absoluto del aislamiento es un reduccionismo que puede ser letal. Lo digo de otra manera y no voy a revelar mis fuentes, suponiendo que las tenga. Por lo menos el 35% de la población no puede cumplir la cuarentena. Lo que es grave. Pero más grave es que al no poder hacerlo, la fastidiosa sensación de no cumplir un mandato necesario aumenta en forma exponencial la producción de culpa. Tan letal como el más letal de los virus.
Y si me dejo llevar por mi asociaciones que son lo más libres que pueden, aquellos que violen la cuarentena serán más responsables que los que arrasaron el planeta con la destrucción sistemática y planificada del aire, la tierra y el agua. A los dueños del mundo se les mendiga con el piadoso nombre de impuesto a la riqueza. Que apenas es a los ricos. En un porcentaje tan pequeño como el virus. Obviamente, se cuestiona a las grandes concentraciones de capitales que no es lo mismo que dinero. Pero por si las moscas, sin el mazo dando.
“El presidente del Banco Credicoop y diputado nacional ligado desde su Partido Solidario al Frente de Todos, Carlos Heller es una voz autorizada respecto a los proyectos económicos y legislativos del oficialismo, y trató este sábado 11 de abril de tranquilizar a la clase media, destacando que el proyecto de "impuesto extraordinario a las grande fortunas no va a ir sobre la clase media, ni la pequeña y mediana empresa".Voz de la banca solidaria, voz de dios.
O sea: habrá un pellizco, un tirón de orejas para la yuta oligarquía. Pero el orden burgués no será conmovido, covid más, covid menos. La Solidaridad desde el poder del Estado es apenas un anestésico para adormecer la lucha de clases. Aceptar una disminución en los salarios del 30% en el marco de una inflación acumulada del 100%, es una evidencia de que el anestésico funciona. No es lo mismo luchar desde la casa, que luchar en la casa. La casa puede ser refugio y la casa puede ser trinchera. Y la primera lucha es diluir la certeza de que todes tienen casa.
Lo sabemos: la calle no es un lugar para vivir. Y las pensiones de mala vida, tampoco. Y tampoco lo son los refugios temporarios en los que se hacina la población vulnerable. Población en default permanente. Luchemos en la casa para que esta realidad que es AC pero que se agrava en la DC no sea anestesiada.
Recordemos siempre que lo que es un problema para la izquierda, para la derecha es una solución. O sea: la pandemia de virus es otra de las utopías fascistas de la “solución final”. Población excedentaria no es prioridad. Que no salga, después de todo, si los ojos no ven, el corazón burgués no siente. Anestesiada la lucha por el ajuste en las jubilaciones, ahora la cuestión es morir pero siendo portador sano.
La lógica de guerra con la cual se inició la cuarentena debe ser desalojada. No hay ningún ejército invisible. Puede haber héroes y heroínas, pero hay asesinos seriales en los lugares de poder económico y político del mundo. Y el asesino serial más atroz es el capitalismo. O sea: el modo de producción de bienes y de subjetividad.
Para muchos y muchas, el DC es volver a la fiesta del consumo. Yo propongo recuperar a El Hogar Obrero y al Supercoop. Expulsar a todas las multinacionales alimentarias, culpables del hambre y la miseria. Nacionalizar el comercio exterior, la banca transnacional y nacional. Pagar la estafa será considerado traición a los intereses y deseos del pueblo. No tengo fiebre pero ardo de indignación por la impunidad de los refugiados en sus palacios y son criminales de guerra y criminales de paz. Que me ayude Camarón de la Isla cantando “Un tiro al aire”: Dos corazones a un tiempo / están puestos en balanza uno pidiendo justicia / y otro pidiendo venganza.
Edición: 3982
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