La condena

|

Por Carlos del Frade

(APe).- El primer líder de masas en estos arrabales del mundo se llamó José Gervasio Artigas.

Desde la Banda Oriental su nombre fue bandera de liberación, dignidad e igualdad.

 

Su estatuto provisorio de tierras sostenía que los más infelices serían los más agraciados y cumplió hasta que los portugueses, ayudados por las burguesías de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, invadieron aquellos lugares que diez años después se llamaría Uruguay, el río de los pájaros.

Nadie era más que nadie en la Liga de los Pueblos Libres, allí donde las asambleas populares decidían, cada seis meses, si los miembros del cabildo y hasta los jueces continuaban o no en funciones.

Las tierras eran para los que las trabajaban y no importaba linaje alguno. Los pueblos originarios de la zona, chanaes, timbúes, charrúas y guaraníes poblaron sus ejércitos de guerrillas y durante diez años pelearon contra todos los intereses que odiaban a Don José. Españoles, portugueses, ingleses, porteños, entrerrianos y santafesinos traidores comenzaron la cacería contra la rebeldía artiguista.

Aquella que fue capaz de movilizar a ocho mil familias en octubre de 1811, cruzar el río Uruguay y hacer del éxodo del pueblo oriental una demostración palpable de la dimensión de jefe popular que tenía Artigas.

Los terratenientes de las distintas provincias decidieron hambrear a las familias que lo seguían.

No mandaban alimentos y les robaban sus pocas pertenencias y hasta sus hijos por estar a favor del Protector de los Pueblos Libres.

Decenas y decenas de batallas marcaron el viaje final de Artigas hacia la selva paraguaya pero antes de llegar atravesó el Chaco y a su paso las distintas poblaciones originarias le pedían su bendición y consejos para vivir mejor, como ellos sabían que se vivió en los tiempos de la Liga.

Don José los apartaba, les pedía por favor que no lo siguieran, que el castigo se iba a extender por varias generaciones.

La historia oficial siempre ocultó la dimensión política y afectiva que alcanzó Artigas en estas tierras. Sin embargo hay documentos que hablan de las condenas impuestas a todos aquellos que no pensaran igual que los gobiernos centrales, ya sea de Buenos Aires o de los señores terratenientes de las provincias argentinas.

Algo de eso se repite en el Chaco. Ya no está Artigas pero sí continúa un poder político que condena simplemente porque piensa distinto al gobierno de turno.

La consecuencia es mayor pobreza. Una práctica obscena y asesina.

Los intendentes radicales del Chaco denunciaron que el gobernador kirchnerista Jorge Capitanich no gira fondos para alimentos. El costo por ración es de solamente 55 centavos.

La información agrega que "los planes nacionales alimentarios y otros no son recibidos por intendentes de la oposición porque Capitanich los utiliza para extorsionar a la Legislatura", sostuvo la jefa de gobierno de Resistencia, Aída Ayala, en una conferencia de prensa.

Agregó que “la situación en el norte argentino es angustiante” y “la gente está desesperada, tiene hambre y el gobernador es un delegado del matrimonio K”.

Una absurda condena que repite el castigo contra los empobrecidos que alguna vez pronunciaron la palabra Artigas como sinónimo de dignidad.

Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 27-10-09

 

Edición: 1624


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte