La bolsa negra

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Por Sandra Russo

(APE).- Los vecinos de Fiorito, en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, le dicen “la bolsa negra” porque se parece a las bolsas de basura. Pero “la bolsa negra” contiene alimentos. Los que son tratados como basura son los pobres que la reciben. Y son más de 300 familias que están alarmadas porque el contenido de “la bolsa negra” fue mermando, y en la diferencia entre lo que contenía y lo que contiene ahora, desde hace unos tres meses, se juega nada menos que la supervivencia de los integrantes de esas familias. Es el caso de Matías.

Matías tiene 6 años y le diagnosticaron desnutrición en grado uno. El niño vive con Reina Medina, de 70 años, su abuela, porque su madre lo abandonó a los dos meses de nacido y su padre está preso en Olmos. Reina Medina también está a cargo de otro hijo suyo, discapacitado, de 44 años.

Quienes se quejan gritan que “la bolsa negra” contiene la mitad de alimentos que antes. Ahora trae una leche en polvo, un paquete de cacao, 2 latas de picadillo, una bolsa de porotos, una lata de arvejas y un frasco de mermelada. Se supone que con eso comen todo un mes esas familias. ¿Quién puede sostener semejante suposición sin una cuota considerable de cinismo?

Matías y Reina viven en una casita muy humilde en La Isla, una franja de tierra bordeada por las vías del ferrocarril Belgrano, y un zanjón afluente del contaminado arroyo Unamuno. La bolsa que recibe Reina la entrega la Sociedad de Fomento Roberto Arlt, y pertenece a uno de los cuatro programas alimentarios que existen en la comuna. Jorge Pérez, funcionario municipal encargado de repartir la mercadería, admitió que el contenido de las bolsas es menor y que ellos elevaron sus quejas a la Secretaría de Desarrollo Social municipal, y que ahí les dijeron que así es como llega la mercadería desde Nación. El teléfono roto burocrático hace que todo el mundo pretenda salir sonriendo en la foto, pero todos son cómplices de la desnutrición de Matías y de tantos otros niños de ese cordón del conurbano.

Reina Medina, que a su vez y a su edad colabora con Che Pibe, una organización barrial que contiene a unos 400 chicos, no puede evitar que la salud de su nieto se vea perforada por el hambre. Y “la bolsa negra” es lo único que recibe. Antes cobraba el Plan Jefes, pero se lo sacaron porque Matías no tiene documentos.

Reina Medina podría pelear: el Estado debe proveer de documentos a los ciudadanos, y también debe subsidiar a los discapacitados. Pero ella está vieja y vive lejos de los lugares donde rigen las leyes. Allí en La Isla nadie se acuerda ni conoce las leyes. El hambre no deja pensar. Parece parte de una trama siniestra. Los rehenes del hambre siempre están disponibles para una mano amiga cuando se acerquen las elecciones.

Fuente de datos: Diario InfoRegión 20-08-06

 

 


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