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Por Carlos del Frade
(APe).- -Nuestra mejor arma es la alegría –decía Milton, uno de los organizadores del Carnaval número 13 que celebra el cumpleaños de Claudio “Pocho” Lepratti, el ángel de la bicicleta, como cantara León Gieco, uno del casi medio centenar de asesinados en diciembre de 2001.
Trece años hace que la pibada de barrio Ludueña, noroeste profundo de Rosario, insiste en juntar bailes, murgas, comparsas, mates, risas, músicas, colores y abrir las plazas y las calles para que la gente recupere su intransferible lugar en la historia.
Trece años de desafío a la muerte impuesta, ésa que arrancó mucho antes de tiempo a aquel militante de la pastoral social, que soñaba con un mundo donde quepan todos los mundos, como todavía repite en un video que cada tanto se repite en cada rinconcito de América del Sur.
“Pocho” nació el 27 de febrero de 1966 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, una ciudad que antes se llamaba Arroyo de la China, donde se declaró la primera independencia de toda potencia extranjera. Fue es 29 de junio de 1815 en que se estableció un programa revolucionario como pocos en el llamado “Congreso de los Pueblos Libres”, cuya mayor expresión política era José Gervasio de Artigas.
Debe ser que al universo le gusta jugar a dejar señales en la historia de los pueblos.
“Pocho” nació el mismo día en que nació la bandera que debía conducir a los argentinos a un tiempo donde en el trono de la vida cotidiana flameara la noble igualdad. Belgrano inventó el símbolo para darle una esperanza a los mil quinientos desesperados que lo seguían sin saber qué estaban haciendo justamente allí, a la vera del río marrón, de ese Paraná inmenso y misterioso que luego abrazaría a la ciudad donde creció, soñó y murió defendiendo a los pibes, Claudio Pocho Lepratti. El que nació el mismo día en que la bandera que prometía la felicidad como principal objetivo de la política y la revolución, como decía su creador, el desesperado y poseso Manuel Belgrano.
Cuando Pocho cumplió 48 años en algún lugar del cosmos y en el interior de miles y miles que estudian su vida como ejemplo de militancia sensible, humana y atenta para con los pibes, se hacía un carnaval en su nombre y la bandera cumplía 202 años.
El día de la bandera, el día en que Pocho se hace bandera de alegría contra tantas formas de tristezas y miedos impuestos por las minorías de arriba y que multiplican sus socios menores de abajo.
Los pibes de Ludueña que celebran el carnaval de Pocho y que hicieron de su vida una bandera para el presente y el futuro, saben que la rebeldía será también la energía que transforme la realidad cercana y la lejana.
En esas horas de juntadas y risas, la violencia desbocada no paró y se tragó la vida de un remisero muy cerca de la vía donde el territorio se disputa palmo a palmo entre pibes consumidos y los otros que buscan un por qué vivir.
Pero el cumpleaños de la bandera, el cumpleaños de Pocho bandera carnaval, siguió festajándose.
“En barrio Ludueña, donde festejar cualquier cosa, se va haciendo algo prohibido, ¡nos atrevemos!. Nos atrevemos a darle pelea a esta cotidianedad que diariamente nos trae dolores y pérdidas. Nos atrevemos. Porque este carvanal que hacemos entre todxs, lo hacemos como refugio, lo hacemos porque No estamos de acuerdo, lo hacemos porque creemos que sin encuentro y sin Alegría, las luchas se caen. Lo hacemos porque somos peleadorxs, porque somos como el Bichito, y como tantxs otrxs. Lo hacemos porque no estamos dispuestxs a conformarnos, porque entendemos que por más que lo intenten, no van poder con nosotrxs,por cabezas duras. Porque aunque todo un sistema diga que tal o cual es lugar que le toca a nuestrxs pibxs o a nosotrxs, nosotrxs No estamos estamos de acuerdo. Y Sí estamos de acuerdo en seguir apostando a los sueños de nuestrxs pibxs. Por eso en pocas horas, arrancamos el 13° Carnaval Cumple de Pocho. Luchando con y Por la alegría de encontrarnos para transformar esta realidad”, escribió Mavi, otra de las organizadoras y militantes del carnaval encuentro.
-Alto Carnaval. Celebrando la vida. Jóvenes rebeldes. Con alegría – fue la consigna de los tres días de colores, palabras, bailes, sonrisas, pensamientos y ganas de construir un futuro mejor.
Porque “Pocho” cumple años el mismo día en que la bandera prohibida por Buenos Aires prometía igualdad y felicidad. Porque la esperanza está allí, en ese muchacho entrerriano que sigue gritando: “No tiren. Hay pibes comiendo”. El mismo grito que estos luminosos militantes del Ludueña hacen todos los días al poner el cuerpo y el alma para decir que allí, en el profundo noroeste rosarino, hay pibes y pibas que necesitan vivir y no morir.
Edición: 2644
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