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Por Carlos del Frade
(APe).- -Si la sangre derramada de nuestros hijos sirvió para iluminar algo de la vida de esta ciudad de Rosario tan oscura, que viva la sangre derramada de Jere, Mono y Patom – dijo el pastor Eduardo Trasante, papá de Jeremías, uno de los tres fusilados en las primeras horas del año 2012 en la canchita del Club Deportivo Oroño, en Dorrego y Presidente Quintana, al sur de la ex ciudad obrera. Fue en las escalinatas de los tribunales provinciales donde más de un millar de personas, de distintas generaciones, caminaron más de una hora para encender la noche con antorchas pidiendo justicia y acompañar la pelea de las familias y del Frente Popular Darío Santillán – Movimiento 26 de Junio que supo transformar el dolor en bandera y conciencia social y política: “Basta de asesinatos de la narcopolicía”.
Bebés en cochecitos o a upa de jóvenes y fuertes mamás iniciaron la movilización desde el lugar donde la banda del Quemado Rodríguez, una de las tantas que trabajaban para los Cantero, los tristemente célebres Monos, asesinaron a Jeremías “Jere” Trasante, de 17 años; Claudio “Mono” Suárez, de 19 años y Adrián “Patom” Rodríguez, de veinte.
“Siempre que me peguen me levantaré. En la calle yo estaré, desde abajo lucharé…Esta banda quiere, el cambio social”, gritaban abuelos, papás y chicos, mientras el sol extrañamente benigno del jueves 2 de enero iba ocultándose tras los árboles del Parque Independencia.
Las banderas del FPDS – M26 eran seguidas por el Frente Ciudad Futura, Giros, el Movimiento Evita, a las que luego se agregaron las del PTS, PTP, FUR, ALDE y las siempre presentes pecheras de ATE y CTA. Distintas organizaciones sociales de militancia a favor de los pibes también estuvieron presentes desde hora temprana.
-Gracias por acompañarnos siempre. Este año será muy importante y vamos a lograr la justicia por la que venimos peleando desde hace dos años – dijo a su turno, Ignacio “Killer” Rodríguez, papá de Adrián.
La luminosa Lita, Stella Maris Gómez, mamá de Claudio “Mono” Suárez, dijo que: “Muchas veces nos tocó marchar con viento, frío y un sol terrible. Y muchas veces no tenía fuerza pero en seguida me decía que tenía que salir, tenía que venir y seguir militando para que esto no le vuelva a pasar a otros hijos como era el mío”, mientras una lluvia de aplausos cargados de emoción y admiración intentaban abrazar tanta dignidad.
Una serie de carteles multicolores iniciaron una procesión por detrás de los padres con leyendas que cuestionaban el lugar común con que el sistema quiso cerrar el caso: “No fue un ajuste de cuentas”, “Soldaditos de nadie”, “no estaban en el lugar equivocado”, “Eran luchadores por la justicia social”, “Será justicia”, decían las palabras escritas con fibrones y sostenidas por las manos niñas de chiquitas y chiquitos, la mayoría familiares directos de los tres asesinados el primero de enero de 2012.
-Mientras doblamos por Moreno pasó una camioneta del Dakar. Ese Dakar que ofende y que muestra la síntesis de un proyecto que es soja y merca. Nosotros expresamos otra cosa, una justicia que se construye con ustedes acá en la calle, movilizados – dijo el abogado Norberto “Beto” Olivares, histórico referente en las luchas por los derechos humanos.
Los fuegos artificiales señalaban que a pesar del dolor infinito también las memorias de Jere, Mono y Patom servirán para la construcción de una sociedad mejor.
Pedro “Pitu” Salinas, uno de los principales voceros del FPDS – M26 de Junio, sostuvo: “Recibimos con dolor, pero también con gran convicción y esperanza, un 2014 en el que indudablemente será justicia. Manifestamos la seria voluntad de que las causas por los homicidios, como así también la del encubrimiento policial, tramiten juntas en la etapa de enjuiciamiento. Esta posición obedece a una razón muy sencilla: lo que se ventilará en el juicio son los asesinatos de nuestros compañeros, producidos en el marco de una trama densa y compleja, donde el encubrimiento policial es un elemento constitutivo, inescindible. Es imposible analizar una cosa sin la otra. Sabemos que esto nos expone a la posibilidad de encaminarnos hacia un escenario de juicio escrito, al que iremos convencidos y resueltos, atendiendo a que nos sobra voluntad por profundizar la instancias de lucha que le otorguen visibilidad a este proceso judicial que, entendemos, también debe constituirse en un punto de inflexión sustantivo”, apuntó el militante.
A dos años del triple crimen de Villa Moreno, la memoria y el amor por Mono, Jere y Patom, siguen produciendo conciencia, voluntad de cambio y construcción de justicia popular.
Para que, de una buena vez, la vida sea una fiesta para cada pibe y cada piba que nazcan en estos arrabales del mundo. Para que el amor, en definitiva, le gane a la muerte y al poder.
Edición: 2604
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