Es el fútbol y mucho más que el fútbol

Ivana

Ganar o perder en la cancha chica del fútbol dispara la búsqueda de venganza individual en la cancha grande de la realidad. Saqueo colectivo y revanchas individuales mientras el negocio que genera tantas almas fanatizadas es solamente para pocos, muy pocos. Es el fútbol y mucho más que el fútbol.

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Por Carlos del Frade

(APe).- Cancha chica del fútbol, cancha grande de la realidad.

Ciudades goleadas.

Arrasadas por el saqueo de la vieja identidad obrera, portuaria, ferroviaria e industrial que alguna vez le daba sentido colectivo a cada una de las existencias individuales.

En los agujeros negros de la desocupación el sistema puso drogas y armas para empatarle a las necesidades cotidianas y, en forma simultánea, comenzó a degenerar la conciencia de las hinchadas para convertirlas en multiplicadores de nuevas formas de fascismo, de eliminación del otro que hasta hacía pocos años era el complemento ideal con el que se crecía en la escuela, en el barrio, se jugaba a la pelota y reían en los lugares de trabajo.

La cargada y el folklore fueron cancelados.

La provocación y el folklorismo exacerbado, la no pronunciación del nombre del equipo rival de toda la vida en boca de dirigentes consumidos por la demagogia como forma de complicidad con esas muchedumbres, derraparon en consistentes reediciones del fascismo.

Ganar o perder en la cancha chica del fútbol disparaba la búsqueda de venganza individual en la cancha grande de la realidad.

Saqueo colectivo y revanchas individuales mientras el negocio que genera tantas almas fanatizadas es solamente para pocos, muy pocos.

Pedagogía de la cobardía: matar para no ver. Ser violento contra la persona indefensa y jamás reaccionar contra el dueño de la riqueza.

El odio construido para tapar el robo de lo colectivo y reaccionar de manera violenta para no cambiar nada y, por el contrario, consolidar la estructura vigente.

Es el fútbol y mucho más que el fútbol.

Es el fascismo construido al compás del saqueo para que se reaccione contra los iguales y jamás contra los de arriba.

Ivana tenía dos trabajos y solía encontrarse con su novio en la tribuna canaya.

El sábado 30 de septiembre, después de un clásico más, una mujer muy joven, de solamente 32 años, Ivana Paula Garcilazo Bellón, volvía de la cancha de Central celebrando el triunfo casi sobre la hora sobre Ñuls.

A pocas cuadras del estadio rojinegro la mataron de un piedrazo feroz en su cabeza.

Los matadores quisieron hacerle sentir que no podía festejar.

-No encontramos consuelo con lo que pasó con mi hermana. Confiamos en la Justicia y que los van a encontrar. No puede quedar esto así, no puede ser…Ella siempre iba a la cancha con su novio y sus amigos. Era fanática enamorada de Central…Ella estaba volviendo a su casa de zona sur con su novio. Era el camino que tomaban siempre y jamás tuvo miedo. Incluso no iban tocando bocina ni tampoco se peleó con nadie; no está bueno que se digan cosas que no son…Dani, su novio, está seguro de reconocerlos. Esas caras no se las va a olvidar porque incluso también le quisieron pegar a él. Estaban todos identificados de Newell's – dijo Silvina, la hermana de la chica asesinada que venía de celebrar una victoria en la cancha chica del fútbol.

Durante los últimos veinte años las llamadas fuerzas de seguridad cuidaban no solamente lo que pasaba dentro y fuera del estadio donde se jugara el clásico si no también las inmediaciones del club rival. Esta vez eso no funcionó o no se hizo o se hizo mal.

Lo cierto es que Ivana fue asesinada por un piedrazo de alguien que le rompió la cabeza porque traía la camiseta del rival.

Una demostración de la ferocidad con la que se convive mientras que los que hacen negocio con tanta planificada estupidez están muy lejos de esos lugares desaforados de amores y odios.

Hace rato que las racionalidades colectivas se fueron al descenso.


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