I+D

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Por Sandra Russo

(APE).- I+D podría ser el nombre de un estudio de diseño, de una marca de ropa deportiva o de un spa exclusivo en el que los huéspedes selectos fueran cuidadosamente elegidos de un mailing de ricos y famosos. No es nada de eso, pero se le parece. I+D es el sistema de Investigación y Desarrollo que actualmente dirime hacia dónde se dirigen los esfuerzos científicos en materia de avances médicos y sanitarios. La ONG Médicos sin Fronteras (MSF) emitió un comunicado en el que da cuenta de que al día de hoy ese sistema “excluye a los pobres de dos maneras: los nuevos medicamentos son demasiado costosos, y las necesidades en salud de países en vías de desarrollo están siendo ignoradas”. Lo cual es otra manera de decir que el mundo va camino a convertirse en un spa con huéspedes selectos.

El comunicado de MSF dio datos escalofriantes. El desarrollo de nuevos medicamentos se limita casi con exclusividad al sector privado, que en castellano significa lo que todos entendemos: la investigación científica se dirige a aquellas problemáticas médicas que pueden, de ser resueltas, devolver en millones y con creces la inversión. La salud pública se vuelve, así, un parche que tapa un lado y destapa el otro, mientras la atención privada de la salud florece en excelencia y capacidades. Sólo el 1% de los medicamentos creados en los últimos veinticinco años se destinaron a curar enfermedades tropicales, responsables de la muerte, cada año, de millones de personas. Son personas, naturalmente, que no podrían pagar su cura. No le serviría al mercado encontrar la terapéutica adecuada para curar a esas personas. Es población sacrificable.

El gasto global en investigación médica ha trepado, desde 1986, de 30.000 millones de dólares a 106.000 hasta la fecha. De ese total, el 90% de los recursos van a parar a problemáticas de salud que afectan a menos del 10% de la población mundial. Va de suyo que es el 10% que puede pagar los beneficios de las investigaciones.

Los datos macro permiten ver en perspectiva hasta qué punto las buenas voluntades individuales de médicos, enfermeros, científicos, investigadores, agentes de salud, son frágiles e inútiles ante un sistema aceitado que cada vez más corta la punta de la pirámide y la protege, y suelta al resto para que se las arregle como pueda. Los datos macro ofrecen además el pantallazo de la voracidad de un mercado que nunca se reguló a sí mismo salvo para saciar lo único que le sobra: gula.

Fuente de datos: Diario El Mundo - España 18-11-04


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