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Por Sergio Alvez
(APe).- El programa Hambre Cero fue lanzado en Misiones promediando 2010 bajo la promesa de “erradicar la desnutrición infantil”. A seis años, la provincia reconoce que existen al menos mil niñas y niños en estado de desnutrición y al menos 10.400 con problemas nutricionales o bajos pesos. La historia de un fracaso anunciado.
Según registros oficiales del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Misiones, a septiembre de 2016, existen 10.400 personas con bajo peso y problemas nutricionales, de los cuáles la inmensa mayoría se encuentra atravesando la infancia. De este total, siempre de acuerdo a la información oficial, 1000 niñas y niños, se encuentran padeciendo algún grado de desnutrición o son desnutridos crónicos, y la Salud Pública local los considera el “núcleo duro” de la desnutrición infantil en la tierra colorada. Estos datos surgen de la actual cantidad de “beneficiarios” con el que cuenta el denominado Programa Nurtricional Hambre Cero, que este año cumple sus primeros seis años de ejecución, y que a lo largo de la década, al menos según sugieren los fríos números, no ha podido modificar los niveles de desnutrición infantil en Misiones.
El programa Hambre Cero, desde sus inicios, presentó ciertas distancias considerables entre las enunciaciones entusiastas de los funcionarios que anunciaron su implementación –junio de 2010- y el alcance real de la “contención” que prometía el programa. Entonces y hasta ahora, cada niño o niña con bajo peso, si es incluida en el programa, recibe una entrega mensual de leche, una tarjeta magnética para el retiro de una suma económica irrisoria, controles médico de peso y talla y talleres nutricionales ocasionales para las madres. El programa nunca atacó las causas estructurales de la desnutrición infantil en la provincia, intrínsecamente ligadas a la pobreza estrcutural: carencia de agua potable, problemas habitacionales, falta de ingresos suficientes en el núcleo familiar, entre otras.
Resulta interesante y necesario observar el contexto que precedió al lanzamiento del programa en 2010. Pocas semanas antes de anunciar el programa Hambre Cero, el gobierno provincial decidió desmantelar la Unidad de Recuperación Nutricional “Creciendo Juntos” (UNR) que funcionaba en el Samic Oberá, y dónde se recuperaba a chicos desnutridos de toda la Zona Centro desde hace 14 años. Aquel fue un cierre bochornoso, que incluyó errores estadísticos groseros como justificativos, desaparición de historias clínicas de niños desnutridos, tareas de desmantelamientos a escondidas del profesional a cargo del área, y múltiples irregularidades nunca explicadas por nadie. Según pudo confirmarse luego, las razones del cierre tenían relación con los problemas financieros y de recursos humanos que padecía y padece el centro de salud.
Contradicciones
Lo cierto es que resulta llamativo que por un lado el Estado Provincial dejó librados a la buena de Dios los destinos de los 1168 chicos con bajo peso de la Zona Centro (entre desnutridos, riesgo de bajo peso y bajo peso según tablas del Plan Nacer) mientras que por el otro lanza un plan provincial para “erradicar la desnutrición”.
El pediatra obereño Basilio Malczewski, quien hasta entonces y durante casi dos décadas fue responsable de la unidad desmantelada, señaló entonces que “si bien resulta un anuncio interesante, creo que en sus objetivos principales el programa va a fracasar porque no toma en cuenta un aspecto básico para la atención de los desnutridos que es la hospitalización. Acá lo que se está planteando son tratamientos ambulatorios, pero esto no dará resultado, porque por las condiciones que padecen las familias de los chicos desnutridos en Misiones resulta indispensable la hospitalización en un área especial dónde además sea internada la madre del chico. La internación y la educación a la madre y al resto del grupo familiar es fundamental, si no todo lo que se haga es en vano. Se debe analizar al paciente, buscar patologías asociadas, instalar conocimientos en la madre y luego recién comenzar el seguimiento. He visto durante años cómo chicos desnutridos a los que no se les ha dado este tipo de atención con hospitalización, luego fácilmente fracasan en el intento de revertir la situación”.
Malczewski, pese a su experiencia en el tema, no fue convocado para el diseño de los lineamientos del Hambre Cero, lo que demuestra que pese a existir en la provincia profesionales que conocen exhaustivamente como se debe abordar la problemática de la desnutrición infantil, éstos no han sido tomado en cuenta por el gobierno provincial para aportar al programa.
Problema de los 90
“La desnutrición infantil es un problema de los noventa; hoy nos preocupa más la obesidad que la desnutrición”. La frase, fue pronunciada en abril de ese año-2010- por el entonces ministro de Salud Pública- hoy diputado nacional- José Guccione, en una entrevista radial al funcionario por el programa Cuentas Claras de La Radio de Oberá. Lo dijo para justificar el injustificable cierre de la unidad especial para niños desnutridos que funcionaba en el hospital Samic de Oberá.
“Hoy los indicadores de la desnutrición infantil no son los mismos que en la década del noventa. Me han informado que en los últimos años hubo sólo dos pacientes. Hoy la realidad es otra, e incluso hoy nos preocupan más los índices de obesidad que de desnutrición. No es necesario en el Samic mantener un sector con tantos recursos humanos que no son necesarios porque no hay pacientes”
El 5 de septiembre de 2010, a menos de cuatro meses del lanzamiento del programa, falleció el niño Héctor Díaz, de dos años, oriundo de Apóstoles. El pequeño padecía de desnutrición crónica y estaba inscripto en el Hambre Cero. El 22 de octubre de 2010, muró en Montecarlo la pequeña Milagros Benítez, de 15 meses, también desnutrida e incluida en el Hambre Cero. Su deceso propició la mediatización nacional de la situación de la desnutrición infantil y el programa Hambre Cero en Misiones.
Días después de la muerte de Milagros, el entonces gobernador Maurice Closs- hoy diputado- designa como nuevo Coordinador del Hambre Cero al entonces ministro de Derechos Humanos, Edmundo Soria Vieta, y critica la “intencionalidad” de los medios nacionales que reflejaron la muerte de los dos niños.
Los sucesivos escándalos mediáticos por casos de desnutrición infantil, lejos de generar un viraje positivo en la dirección del programa – un plan de acceso de vivienda y tierras, acaso la erradicación de la falta de agua potable –, simplemente profundizaron el carácter asistencialista.
A todo este proceso de negación de la desnutrición infantil y la pobreza estructural, muertes y acusaciones, precedió una etapa en la que bien pueden rastrearse pistas de la debacle social de la infancia más vulnerable en la provincia. Es que el gobierno provincial, abordó exitosamente entre 2004 y 2010, la clausura irresponsable de un centenar de comedores comunitarios en toda la provincia.
De este modo, los intentos por ocultar la pobreza estructural y especialmente la desnutrición infantil (camuflada muchas veces bajo el eufemismo “bajo peso”), se volvieron parte de una estrategia deliberada. Un caso que refleja a las claras lo enunciado anteriormente, ocurrió en 2013, cuando la Revista Superficie (un medio alternativo de la provincia) dio a conocer un informe basado en un documento oficial firmado por el director del hospital de San Ignacio, Carlos Villanueva y por la médica Myriam Piriz, fechado el 27 de febrero de 2013, que daba cuenta de la existencia de 103 niños en estado de desnutrición en las 13 comunidades mbya de esta localidad misionera.
Invisibles
Completaba la documentación probatoria , un Informe Social de Comunidades Aborígenes elaborado por la Municipalidad de San Ignacio también en febrero de 2013, donde se explicita que a pesar de la existencia de 103 desnutridos en las aldeas, y de haberse solicitado al Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia la inclusión de estos niños desnutridos al Programa Nutricional Hambre Cero – que obligatoria e inmediatamente debió haberlos incluido – solamente uno de estos niños está recibiendo la asistencia de dicho programa. Los demás, no solo se quedaron sin ser incluidos en el Hambre Cero, sino que además fueron invisibilizados adrede por ese programa, que a pesar de estar al tanto, no activó ninguna ayuda y decidió esconder a la sociedad la existencia de los casos.
Este informe tuvo impacto nacional, desnudó que la estrategia por seguir ocultando los casos de desnutrición persistían, y motivó a una lamentable conferencia de prensa del gobierno provincial, en la cual pese a las evidencias irrefutables de la documentación, se volvió a negar la realidad.
Hoy, a seis años, y con 10.400 niños oficialmente reconocidos dentro del programa y al menos 1000 niños en estado de desnutrición, el Hambre Cero es apenas una muestra de un penoso paisaje de pobreza que las campañas turísticas – que necesitan vender a Misiones como “una maravilla”- suelen ocultar.
Edición: 3238
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