Gurizada florecida en el yerbal

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Por Sergio Alvez

(APe).- Siesta. Enero de fuego en el centro de Posadas. El follaje inmóvil de los chivatos denuncia la ausencia absoluta de todo viento, de toda brisa. Raúl tiene 7 años y ahora al menos, no tiene calor. Acaba de sumergir su cabecita en la breve cascada de la fuente artificial montada frente a la Casa de Gobierno. Cuando saca la cabeza, el agua le chorrea desde el pelo rizado y le recorre el rostro hasta perderse en su sonrisa inmensa. Es un efímero momento de felicidad entre tanta malaria. Raúl, como otros 30 niños y niñas, permanecen acampando junto a sus padres en la plaza 9 de Julio desde mediados de diciembre del año pasado. Son tareferos y tareferas (cosechadores manuales de yerba mate), que viven en Oberá y durante el año trabajan en yerbales de la zona centro de la provincia de Misiones. ¿Por qué están en Posadas acampando en la plaza principal? Reclaman asistencia alimenticia, aumento en el monto de la ayuda social que el gobierno imparte, y piden un bono que les ayude a paliar los infernales cinco meses de interzafra, que es el período en el cual la cosecha se detiene y el sector se queda sin trabajo.

Raúl seca sus manitos. Va hasta la carpa de sus padres – un nylon negro sujeto a unas ramas- y agarra la caja de cartón que tiene escrito en su exterior: Colabore con los tareferos. Muy cerca de él, pasa por la plaza una madre con sus dos hijos de la mano. Están de vacaciones y rumbean, contentos, hacia la heladería de la esquina de Bolívar y Félix de Azara. Raúl se acerca y les muestra la caja. La madre menea la cabeza negativamente. Sus hijos le preguntan algo. Ella no contesta y apura el paso. Raúl los ve entrar a la heladería. Pero él dobla hacia la farmacia, en cuya puerta seguirá pidiendo ayuda. Otras niñas y niños tareferos, harán lo propio por las calles del centro ardiente.

“La gurizada se está enfermando. Acá están alimentándose muy mal, comiendo lo que se puede, pasando calor, lluvias, aguantando los bichos. Y ya tuvo que venir la ambulancia porque varios niños se descompusieron. Pero no tenemos otra opción que quedarnos porque si volvemos a nuestras casas no tenemos nada que darles de comer porque no hay trabajo por la interzafra y ya nadie te da una changa” cuenta Kambá, uno de los tareferos presentes en el acampe.

Inmoral, el gobierno provincial sólo recibió en este tiempo a los representantes de los tareferos acampantes, a través de voceros de tercera línea. Sin brindar solución y aduciendo una insolvencia económica que contrasta con un sinfín de gastos oficiales superfluos de verano. Es el gobierno del Frente Renovador de la Concordia, que en 13 años de gestión, nunca quiso resolver los severos problemas laborales y sociales que afectan a los casi 17 mil tareferos que existen en Misiones.

“Una compañera embarazada casi da a luz en la plaza. Estaba con síntomas y fuimos a Casa de Gobierno y ahí la guardia policial no hizo caso. Gracias a la gente que colaboró para el remise, la llevamos al hospital y ahí tuvo su bebé. En asamblea decidimos que se fuera a su casa porque acá ella y su bebe corren riesgos. Nos mojamos, estamos mal alimentadas, los niños sufren mucho y los grandes igual, es como estar en un campamento en el yerbal” cuenta Sandra, una de las tareferas.

María Núñez, otra de las mujeres tareferas que acampa en la plaza 9 de Julio, relata en pocas palabras parte de su historia, dando así un testimonio que sirve para entender el pasado y presente de muchos de quienes cosechan la infusión insignia de la Argentina. “Soy tarefera desde que tengo memoria. Me crié en los yerbales, trabajando, sin poder ir a la escuela, ayudando a mis padres. Perdí a mi marido en el yerbal hace doce años. El estaba tarefeando y se engripó. Llovía y llovía y se mojaron toditos los colchones donde dormían. Le pidió al capataz que le lleve al hospital. Pero nada. Hasta que sus compañeros le juntaron una plata para llevarle. Murió a los dos días de llegar al hospital. Tenía neumonía, que se había agarrado en el yerbal. Quedé sola con mis hijos, no me dieron nada porque él estaba en negro. Tengo hijos nacidos en los yerbales. Y crío a mis nietos en la tarefa. Toda una vida trabajando y cosechando yerba, y hoy, después de haber pasado Navidad y Año Nuevo en la plaza, cuando deberíamos estar en nuestras casas esperando Año Nuevo, seguimos acampando porque tenemos hambre y nada que darles a nuestros hijos”.

Por ahí anda Dani, de 11 años, quien por ser uno de los más grandecitos, recorre cada día algo más que el centro de la ciudad. “Ya me fui por varios barrios, juntando ropa, comida que la gente me da y traigo acá al campamento” dice Dani. Este gurisito, como casi todos los demás en el acampe, conoce por dentro lo que es la tarefa, el trabajo en el yerbal. “Yo tarefeo desde que tengo cinco, seis. Por eso no puedo seguir la escuela. Acompaño a mis papás y allá en la tarefa, en los campamentos, aprendí a cortar la yerba” cuenta Dani. Enseguida llega otro gurí, tiene cara de dormido y también lleva la caja de cartón en su mano: “colabore con los tareferos”. Se quedó palmado en la puerta del banco HSBC y recién despierta.

“Nuestra gurizada sufre acá en la plaza cuando estamos de protesta en la interzafra, pero también sufren en nuestro barrio, el San Miguel, de Oberá. Quisiéramos que vengan a hacer un censo de la cantidad de enfermedades que hay, porque toda una parte del barrio no tiene agua potable. Traen a cargar un tanque comunitario en camión cisterna. Es agua que viene de un arroyo que sabemos que está contaminado” aporta una de las madres.

En el aire caliente y soporífero de la plaza, alguien recuerda los versos del trovador misionero Joselo Schuap:

Veo a Misiones desde lejos, con su verde enrojecido, siento tus aguas tan sabrosas de la vida y el camino/ Veo un sol amarillento y en la escuela un banco solo/ Sin su niño.

 Gurisito florecido en el yerbal/ no es tu nido/Cuando el mundo tome el mate de la paz, se oirá un grito que avergüence las entrañas de la humanidad. Tu hermosura, tu niñez, no morirán/ en el mate que bebamos no estará /tu sacrificio.

/Siento envejecer tu rostro/ Niño grande y tarefero / Sin pelota ni muñeca/ el raído no es un juego / Cosechando en la tarefa/ te quedaste sin recreo.

Edición: 3325

 


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