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Por Alfredo Grande
(APe).- Hace varios años, en realidad hace algunas décadas, se presentó un libro del cual soy autor y compilador: “Sexualidad represora”. En la introducción escribí que un concepto es algo así como una linterna que ilumina un área de lo real. Y la metáfora de la linterna es útil porque ilumina y simultáneamente, otros sectores se mantienen oscuros. El concepto linterna se apoya en una definición y tiene forma y contenido racional. “Golpe del Estado” es un concepto que permite pensar los mecanismos por los cuales el Estado Victimario construye una Identidad Autopercibida de Víctima. “Pobre mi Estado querido; mirá como lo golpearon”, “Estado colita de rana, si lo golpean hoy, masacrará mañana”. El Terrorismo de Estado y el Estado Terrorista no son lo mismo, y eso es muy malo. Porque no siendo lo mismo, los resultados son iguales. Ahora mal: los golpes del estado siempre tienen su discurso justificatorio. Caparazón ideológica y política desde la cual se construye la impunidad.
La mayor coartada del Golpe del Estado es la defensa de la Patria. Mazacote político ideológico que todo lo permite, que todo lo justifica, que todo lo perdona. Para que me quede más claro y no se apague la linterna. El Estado se hace llamar Patria para que el ataque al Estado sea un ataque a la Patria. Preámbulo de las guerras contra enemigos exteriores o interiores. Existentes o construidos a ese efecto.
Para los romanos la expresión 'tierra patria' hacía referencia al lugar de procedencia de los padres de alguien, es decir, a la tierra paterna, designando de este modo el lugar de donde provenía un individuo. Observar, en este marco, el núcleo vinculante determinado por la raíz latina que permite la construcción de: compatriota (en latín compatriota), patriarcado (en latín tardío patriarchātus), o el verbo repatriar (ubicado en el latín tardío sobre la forma repatriāre).
En la Antigua Roma aquellos ciudadanos que descendían de los primeros fundadores de la ciudad fueron conocidos como patricios, quienes se presentaban como la clase noble frente a las clases populares o plebeyos. El golpe del Estado se presenta como la defensa irrestricta de la Patria. Y los golpeados por el Estado son zurdos, herejes, anarcos, salvajes, los que piensan rarito, los extraños de pelo largo, los subversivos, los guerrilleros, los que piensan feo, los que piensan distinto, las familias de todos los enemigos. La Patria se come a sus mejores hijas e hijos, siempre en defensa de la tierra de los padres - madres fundadores. El primer golpe del estado es decidir quién es patriota y quien es apátrida. Y desde ahí reparte golpes siempre por justa causa.
Aclaro antes que oscurezca. El llamado Golpe de Estado es en realidad un Golpe del Estado. Para golpear con total impunidad el Estado se hace llamar Patria. Pero la historia que interpela a la cultura represora nos enseña que hay tantas Patrias como intereses de clase existen. Patria Contratista, Financiera, Deportiva, Económica, Peronista, Socialista, Consorcista, Agro Exportadora. Algunas de esas Patrias son hegemónicas, otras han sido arrasadas. Algunas aborrezco, de otras sigo esperando la victoria final. O al menos, como escribió Gregorio Baremblitt, una victoria sin final.
En sinergia de la multiplicidad de “patrias”, el Estado está construido con el mismo diseño del Dr. Frankenstein. Estados dentro del Estado, cada cual tiene el Estado que se merece, el Estado es mío, mío, mío. Y la mejor definición más lúcida que es la de Luis XIV. Rey de Francia que luego de 76 años de reinado, murió en 1716. El héroe de los cultores de la reelección permanente. Lo haya dicho, no lo haya dicho, describe una verdad. En su más condensada expresión, el Estado, la Patria, se reduce a una persona. Que encarna la nobleza de la raza. Pero para enfrentar los determinantes subjetivos de la cultura represora, llegó Freud y rompió todo. Y Marx, que también rompió todo. La persona, el individuo, es una multiplicidad. Y el Estado también es una multiplicidad.
La bonaerense es un Estado; la Conmebol es un Estado; las corporaciones son Estados; la familia judicial es un Estado. Y esa multiplicidad de personas, de patrias, de estados, invocan su legitimidad desde una multiplicidad de dioses. La cruz, la espada, el dinero, las tierras. La Conmebol, la FIFA. Es difícil saber de dónde vienen tantos golpes del estado. Pero ese Estado, esa Patria, debe encubrir su propia multiplicidad, sus múltiples talones de Aquiles. Una de las principales razones por las cuales aborrece la “grieta”.
Un Estado agrietado, una Patria agrietada, es mucho más débil para las y los que todavía insisten en golpear al Estado. En ese caso, la violencia insurreccional es enfrentada con masacres. Asesinatos planificados en una escala ante la cual cualquier asesino serial queda ridículo.
A esa masacre planificada y ejecutada con crueldad (torturas, violaciones, amputaciones) no se la puede llamar represión. La represión política e institucional es anterior. Y es la represión que el Estado y la Patria ejercen en forma cotidiana. Empobreciendo más a los empobrecidos, enriqueciendo más a los enriquecidos.
La reforma tributaria en Colombia fue un acto de represión política del Estado. Para defenderlo, el Estado salió a asesinar y se viste con los galardones de la Patria. No pocas veces su Majestad el Estado y su Majestad la Patria inventa enemigos funcionales a su preservación. Algunos llaman a estos enemigos progresismo y socialdemocracia.
El Gran Capital, huevo de la peor serpiente, se sigue paseando con las ropas del Estado y los maquillajes de la Patria. Hasta no dejar desnudo al Estado y desnuda a la Patria, las ropas de una revolución triunfante no podremos lucirlas. Y entonces, al decir de Osvaldo Soriano, seguirán las penas y seguirá el olvido.
Edición: 4318
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