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Por Oscar Taffetani
(APe).- Escribía Rodolfo Walsh en la revista Mayoría, el 30 de octubre de 1958: “Este cronista, que desde luego pudo usar periodísticamente la información, prefirió no hacerlo y la comunicó en el acto a la Comisión Parlamentaria Investigadora del Caso Satanowsky, que despachó enseguida un pedido de captura y luego un informe ampliatorio que debieron ser tramitados por la seccional Interpol de la Policía Federal. Ni el informe de paradero ni el pedido de captura llegaron jamás a destino...”
Reflexionaba Walsh quince años después, al prologar su libro Caso Satanowsky: “Los mecanismos que la Libertadora estableció (...) siguen vigentes después del triunfo popular del 11 de marzo. (...) Denunciar estos mecanismos, preparar su destrucción, es tarea de los trabajadores de prensa, en el campo más amplio de las luchas del pueblo”.
En el caso Satanowsky, fue una comisión parlamentaria la que garantizó, por inoperancia, la impunidad de los asesinos. En los fusilamientos de José León Suárez (la “Operación Masacre” de Walsh) fue el poder político del Estado el que garantizó la impunidad. Pocos años después, en el mismo asesinato de Rodolfo Walsh, fue un pacto de silencio policial-militar, seguido luego por el punto final, por la obediencia debida y por la amnistía, lo que impidió que se investigaran los hechos y se juzgara a los responsables.
Así suelen terminar las investigaciones periodísticas en nuestra patria: con los asesinos “probados pero sueltos”, según la desolada y certera descripción de Walsh.
Matar y encubrir: el estilo Bonaerense
El 23 de febrero de 2008, la vigilancia de un local de Mc Donald’s en Rivadavia 14.300, Buenos Aires, solicitó ayuda policial para reducir y contener a un joven presumiblemente drogado o borracho que estaba causando desórdenes.
Un patrullero de la comisaría 2da. de la Bonaerense acudió al llamado y la comisión policial redujo al muchacho colocándole esposas dobles en las muñecas y sujetándole los pies con un cinturón, no sin golpearlo en el trayecto del baño de Mc Donald’s hasta el móvil (así declararon varios testigos).
La versión oficial continúa horas después, cuando la policía entrega en el hospital de Ramos Mejía el cadáver de Gastón Duffau, asegurando que se lo había encontrado moribundo tras haber sufrido un accidente.
Una primera autopsia, realizada por el médico policial Falomo Sileno a pedido de la Fiscalía Nro. 2 de La Matanza, arrojó un resultado sospechosamente coincidente con la versión de los uniformados.
Familiares de Gastón, como parte querellante, solicitaron una segunda autopsia y poder designar peritos de parte. En este segundo estudio del cadáver se reveló que el joven había sufrido, poco antes del deceso, no menos de 91 golpes en distintas partes del cuerpo, que tenía dos costillas fracturadas, hundimiento en la zona torácica y signos claros de estrangulamiento.
Tan evidente había sido el asesinato, que el Ministerio de Seguridad bonarense solicitó a los respectivos cuerpos apartar a la fiscal Silvana Breggia, al comisario de la 2da. de Ramos Mejía y a su jefe de calle. Los querellantes, por su parte, pidieron la comparencia de todo el personal de guardia en la comisaría y de todos los intervinientes o responsables de la primera autopsia.
Sin embargo, al cabo de las actuaciones, el fallo del TOC 5 (Tribunal Oral en lo Criminal) de La Matanza, integrado por Gabriela Rizzuto, Matías Mariano Deane y Javier Mario González, a pesar de la abrumadora evidencia reunida por los querellantes, decidió otorgar el beneficio de la duda a los cinco policías detenidos -eran seis, pero uno se suicidó (o fue suicidado) en prisión- y también dictar el sobreseimiento del capitán Cesari y del médico policial Sileno.
Este miércoles 13 de mayo, mediante una conferencia de prensa de la que participaron Mariano Duffau, hermano de Gastón, el abogado de la querella Hugo López Carribero, miembros de organismos de DDHH y familiares de otros jóvenes víctimas de la violencia institucional, se anunció la decisión de presentar la semana entrante, ante la Cámara de Casación, un recurso de apelación del fallo del TOC 5.
¿Se hará justicia para Gastón Duffau? ¿Habrá reparación moral y material para las familias de cientos de jóvenes que cayeron víctimas de esta Bonaerense que sigue siendo la de Camps y Etchecolatz, una fuerza represiva sin control, donde hasta los miembros exonerados son reincorporados y reciclados, al ritmo de las campañas electorales, de las encuestas, de la paranoia del poder?
Penúltima visita a Brecht
Ya lo hicimos antes, pero lo volvemos a hacer. Queremos recordar una didáctica pieza teatral de Bertolt Brecht, titulada La excepción y la regla.
En ese drama, un tribunal absolutamente parcial decide absolver a un comerciante que ha asesinado a su propio esclavo encadenado, alegando “defensa propia”.
Se trata de una injusticia más, avalada por esa institución que (supuestamente) debe proveer justicia.
Entonces nos recuerda Walsh (perdón, Brecht), utilizando el coro del último acto, cuál es la verdadera verdad de esa historia, y cómo la excepción se ha convertido en la regla:
“Ustedes han visto aquí lo habitual, / lo que constantemente se repite. / Sin embargo, les rogamos / que consideren extraño lo que no lo es, / que tomen por inexplicable lo habitual. / Siéntanse perplejos ante lo cotidiano. / Traten de hallar un remedio frente al abuso. / Pero no olviden que la regla es el abuso”.
Edición: 1496
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