Fotografías nocturnas

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(APe).- Desnutrición, hospitales despatarrados, miles de carencias que como disparos apuntan directamente al corazón de cada hombre inmolado en la pobreza. Así, como muchas otras ciudades, es Eldorado en Misiones. Aún en medio de la siesta, bajo el redondo sol abrasador, hay ciudades que son fotografías nocturnas de ciudades.

En esta localidad existe un “Programa Municipal de la Niñez y Adolescencia” cuyos integrantes -según la crónica- preocupados por el aumento de la violencia, “reclamaron un pabellón exclusivo para menores en la seccional de Policía del Kilómetro 2 de esta ciudad. Además pidieron se establezca un horario de protección al menor a partir de las 19 horas”. Detrás de un título el Programa oculta la perversa pretensión de transformar la pobreza en un crimen y transformar las bellas palabras de la Convención de los Derechos del Niño en un testamento de ceniza que el viento mueve, esparce y desordena.

El equipo que lleva adelante el Programa está “integrado por Daniela Fank (licenciada en psicopedagogía), Zulma Franco (licenciada en Trabajo Social), María Redero (licenciada en psicología) y María Squeri (técnica superior en Periodismo)”. Estos profesionales cuentan que los proyectos nacionales y provinciales para erradicar la violencia fracasaron y argumentan que “ante la falta de un centro de atención especial”, es necesario que exista un lugar destinado a encerrar a los chicos -que ya es hora de silenciar el lamento de los pobres y hundirlos en el abismo- para lo cual proponen recluirlos en “un pabellón exclusivo para menores en la seccional de Policía”, para atender el gemido de cualquier pibe que provenga de un país que ya no existe.

Los niños mendicantes de Eldorado por llevar distraído el corazón, por ir mirando una espiga, viven cada día como un duelo. Pero nunca es suficiente la condena: en la calle de los sueños rotos los niños de pelos chuzos después de las 19 horas serán un tema policial. Estos expertos -vacíos de pueblo- no señalan a los hacedores de pobres, ni a los inventores de fábulas contra los niños.

Hay que ponerle sentido común a nuestras vidas y cumplir con la voluntad de la tierra que da sus frutos para todos. La flor de los molinos gira por agua, el trigo se vuelve pan en sus espigas. Y así como si nada provocan lo infinito.


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