Femicidios: una sociedad rota

En lo que va de 2024, hubo 131 víctimas de femicidio. 13 eran niñas. 72 chicos y chicas quedaron huérfanos. A pesar de la dureza de figuras penales como la del femicidio. A pesar de marchas multitudinarias. En una sociedad rota que no parece inmutarse demasiado y que sigue hundida en un individualismo feroz.

|

Por Claudia Rafael

(APe).- 131 víctimas de femicidio en 2024.

13 eran niñas. Desde bebés (en una suerte de venganza hacia sus madres) a chicas de 10, 14, 15, 17 años).

72 niños y niñas quedaron huérfanos. Y vivirán una entera vida con la marca del horror adosada a la piel. Sin su mamá y, muchos de ellos, con su papá –victimario- encerrado en la cárcel. Con la historia tajeada y hundida en el alma.

92 intentos de femicidio que no llegaron a ser. Y sólo por azar quedaron en intención. No por falta de deseo.

Nueve años atrás, un 10 de mayo, asesinaban a Chiara Páez en Rufino. Tenía 14 años y estaba embarazada de pocas semanas. La mató su novio. Y la enterraron en el patio de la casa de él, que tenía apenas 16. Nació el 3 de junio, una veintena de días más tarde, la primera marcha del niunamenos.

A pesar de las movilizaciones multitudinarias, a pesar de que en 2012 se creó la figura penal de femicidio, la realidad de crímenes a niñas y mujeres se sigue sosteniendo con una sistematicidad cruel. Como prueba palmaria de una cultura extendida en la que el valor de ciertas vidas es tan ínfimo que, en apenas un chasquido de dedos, pueden ser destruidas.

Son tres las provincias cuyas estadísticas de perversidad las ubican a la cabeza: Santa Fe, Santiago del Estero y Salta. En un rumbo en donde les siguen: Chaco, Jujuy, Misiones, Catamarca, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Provincias que, entre sí, tienen una diversidad profunda que muestra cuán hondo es el pozo de la perversidad.

Fue este sábado cuando se anotó entre las cifras rojas del horror la última de las historias. La de Johana Elizabeth González, en Chaco. Después de once días de búsqueda denodada, una bolsa negra (una vez más de tantas, la simbología de las bolsas negras como destino final de lo que se concibe como desecho) en la laguna de Villa Seitor, Resistencia, escondía partes de ese cuerpo estragado.

1900 kilómetros al sur, en la neuquina Plottier, una nena de 10 años apareció ahorcada en su cuarto. La autopsia evidenció que apenas algunas horas antes había sido abusada sexualmente. Es –al decir de Rita Segato- la cosificación de la vida. Su depredación. Un síntoma de una sociedad rota que asume que es posible rapiñar los cuerpos de una niña, de una adolescente, de una mujer adulta sin que se modifique la médula de esa misma sociedad.

Son los cuerpos asaltados como territorios a desangrar hasta la última gota.

Mientras, un hombre, que quería lastimar a su ex pareja, arremetía a apuñaladas contra Anahí Robledo Yuvero, que tenía tan solo 17 años, en el barrio Jardín de Villa Mercedes, San Luis. O los asesinos de Milagros Espinosa que arrojaron su cuerpo a las aguas del arroyo Mamangá, en Monte Caseros, Corrientes. 14 años, violada, apuñalada en el pecho.

Milagros Espinosa, 14 años, violada y asesinada en Corrientes.

Milagros, Anahí, Abigail, Zoe, Alma, Xiomara, Jenifer, Florencia, Morena, Brisa… los nombres de algunas de las últimas niñas asesinadas este año. Colonizadas, conquistadas violentamente hasta el último respiro. 25 femicidios transcurrieron a lo largo del mes de mayo, uno cada 29 horas. 17, durante abril, con uno cada 42 horas. 20, en marzo, uno cada 37 horas. 35, en febrero, con un crimen cada 19 horas. Y 33 en enero, con uno cada 22 horas.

131 vidas menos en el rompecabezas de país. Que podrían haber sido 223 si 92 no hubieran quedado solo en la intención. 72 hijos e hijas sin su madre y con el trauma vital instalado en su mundo.

Pero el país siguió andando. Cada pequeño poblado o gran ciudad no se conmovió más que unos pocos instantes, a veces ni eso. Y continuó su camino sin detenerse a pensar.

Una sociedad rota en mil pedazos que ve, en medio de su propio marasmo, cómo los dolores crecen, las victimizaciones avanzan, la crueldad se instala cada día con más fuerza sin nadie se inmute demasiado porque, simplemente, se trata de seguir viviendo. Una sociedad cada vez más hundida en un individualismo feroz que hay que empezar a sacudir de una vez por todas.

Fuente de datos estadísticos: Observatorio Lucía Pérez


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte