Félix de los niños

|

Por Alberto Morlachetti

(APE).- Las organizaciones sociales denuncian la pobreza sobre los tiempos y los espacios donde extienden su soberanía los furiosos jinetes del Apocalipsis. El hambre que mutila -enigma inexplicable en la Argentina- y la droga que enajena: El "Paco" letal como ninguna cuesta un peso y se convirtió en la droga más barata y destructiva para nuestros niños que compran ilusiones para sacudirse las pesadillas de una vida que nunca soñaron.

 

El sábado 12 de marzo en Avellaneda las calles marrones maquillan niños polvorientos para una fiesta de fragancias y tambores y en las madres los pechos como dos alegrías. Siete murgas chillonas en la cancha que ocupa el exacto centro del Barrio Agüero. El sol se desborda en ganas y pinta óleos en las telas naranjas de la tarde. Hay luces en los ojos: en la claridad bailan los buenos. Por un instante parece no existir golpes, ni gritos, ni hambre. La gente brilla en las ventanas.

Don Bogado y Doña María fundadores del coraje en el barrio nos dejaron ese legado de eternidades que la dignidad es posible debajo de las constelaciones más duras. Con ese testamento Félix peleó ese día por usar esa cancha que es de todos, por sus 55 niños, por sus ritmos y pequeñas cinturas, con su corazón parado en el porvenir y su pequeña aldea que sufre el enigma de su cohesión y trataba de conjurar con su murga el riesgo de su fractura.

Félix era un desafío que interroga y ponía de nuevo en cuestión la capacidad de una comunidad para existir como un conjunto vinculado por relaciones de afecto y de destino. Quizás vivía para que el amor exista en algún lugar.

Pero el sistema establece su dura claridad. Alguien puso un maldito NO colgado de la tarde y dicen los muchos ojos que puñales imposibles mataron a ese hombre de humanidad apasionada. Duro cielo el del sur. Y el tiempo que suele desvalijar las buenas intenciones de las marchas por la justicia y absuelve el crimen.

Félix había logrado que la música llenara el alma de los pibes con tiernas transparencias en un barrio que agoniza en sus ochavas. Antiguas vilezas de ojos claros dejan caer su corrupción, no hay miradas cuando los niños compran “paco” en cualquier negocio. Ya no hay Félix para cantar que la vida vale la pena ni música que mueva el cuerpo.


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte