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Por Sibila Camps
(APe).- Hace exactamente 36 años murieron por desnutrición dos niños wichí en la comunidad La Puntana, en el Chaco salteño (cerca de Santa Victoria Este y del límite tripartito), y debieron evacuar a varios más, como también a personas adultas, por la misma causa. Nadie aseveraría que eran las primeras muertes por desnutrición, pero hacía apenas dos meses que habíamos recuperado la democracia y fueron las primeras en ese período. Salta estaba gobernada por el peronista Roberto Romero, los fondos nacionales iban hacia las provincias radicales, y el secretario de Salud Pública de Salta –entonces no era Ministerio–, el doctor Enrique Tanoni, tuvo en cuenta aquello de que "el que no llora, no mama", y salió a batir el parche con la intención de conseguir ayuda económica.
Me mandaron a cubrirlo, con amplia libertad; justo había estado en esa zona seis meses antes. Total libertad de circulación y apoyo logístico me brindó Tanoni, un gran sanitarista –había sido discípulo de Oñativia y consultor de la OPS, entre muchas otras cosas– de quien me hice amiga y aprendí muchísimo. Hice también otras notas sobre la problemática sociosanitaria de la provincia; una de ellas en el pequeño hospital de Colonia Santa Rosa, a unos 45 km al sur de Orán. Cuando terminé la recorrida tuve que salir a llorar: ninguno de las y los pacientes tenía por qué estar allí. Siguen intactos mis recuerdos de ese hospital y de otras notas que hice en ese viaje, que cambió por completo mi escala de valores.
Volví varias veces al Chaco salteño. Cada vez más pelado por la rapiña de maderas nobles y para el cultivo de soja (la aplicación de la Ley de Bosques, te la debo). Por esa razón cada vez más desertificado y por lo tanto, cada vez más vulnerable a inundaciones. Los territorios de las comunidades, cada vez más recortados, más parecidos a isletas, cada vez con menos fauna. Lo único intacto es el racismo.
Continuaron muriendo niñas y niños indígenas. Por desnutrición o por deshidratación: ninguna comunidad tiene ni recibe agua potable; y eso no lo resuelve la medicina indígena, ni la alopática, ni la homeopática: sólo la comida y el agua seguras y en cantidad suficiente. En lo que va del año ya murieron 8 niñas y niños por desnutrición, 6 de ellos de la etnia wichí; parece que el goteo se va acelerando.
Fotografía: Grete Stern, Chaco Salteño, 1964
Edición: 3937
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