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Pasado el mediodía, las organizaciones hermanas del MTE -allí estará Pelota de Trapo- marcharán por la dignidad y la justicia, contra la impunidad de las herramientas más brutales del Estado. El comedor Cartoneritos fue víctima de una represión inexplicable contra niños y adolescentes.
Por Bernardo Penoucos
(APe).- De que habrán servido las palabras de Lepratti y sus gritos y su transpiración cuando desde el techo les grito y les explico y les quiso dar a entender.
Pero para que, para que habrá caído esa sangre desde el techo y hasta la calle de tierra, para que se habrá sembrado la sangre de Lepratti en Ludueña si lo mismo nunca entendieron, no entienden, no serán capaces de entender.
Entonces tiran y tiran al cuerpo, sea gurí, sea adulto, sea indefenso. Y tiran con una rabia inusitada, creyendo rozar el heroísmo, hijos pobres del orden que los empleo como la mano de fuerza represiva del Estado, muchos de ellos y de ellas hijos e hijas también de la misma barriada a la que apuntan con saña, hijos e hijas de esas mismas calles enlodadas y parias del país y del mundo.
Para que habrá explicado Pocho Lepratti la teoría de multiplicar los panes, los guisos y las participaciones de los pibes, si lo mismo vuelven a tirar el gas policiaco y los palos trituradores de ideologías dentro del comedor pobre, del barrio pobre, allí en el corazón del olvido.
Si parece paralelismo puro lo sucedido en Lanús, en el comedor Cartoneritos, si con sólo leer el nombre del comedor todo está explicado, todo está tan claro, pero ellos no entienden porque no parieron con el entendimiento, porque otra es la función de esa mano derecha del Estado que cada vez es más grande y más fuerte y más cerca.
Pensar que, en los ojos de esos pibes que estaban comiendo en el comedor, también se habrá mirado Darío Santillán cuando tantas veces recorrió en bicicleta los barrios de su tierra, cuando iba casa por casa a buscar a todos y a cada uno para hacer la asamblea, para pelear por el bolsón, para que el trabajo sea dignidad, cambio social y nunca limosna.
En esas mismas calles de Lanús, la policía entro al comedor Cartoneritos para decir que ellos no andan con las cuestiones de la memoria, que ellos avanzan mas allá de las explicaciones y de las necesidades y de las realidades cada vez más duras que la mayoría transita.
Para qué habrán explicado Pocho y Darío tantas cosas, si total ellos no entendieron, no entienden y nunca querrán entender.
Edición: 3368
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