El techo de una ¿escuela?

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Por Sandra Russo

(APE).- Parece una metáfora kafkiana, pero no lo es. Debido a los problemas edilicios que sufría la Escuela Media Nº 2 de General Rodríguez, en el conurbano bonaerense, las autoridades decidieron mudar el establecimiento al que concurren más de 1500 estudiantes a lo que fue en su momento un hospital. Pero allí, en la primera semana de septiembre, uno de los chicos debió ser hospitalizado porque mientras estaba en clase cayó un pedazo de mampostería sobre su cabeza.

 

Este círculo vicioso narrativo, el de una escuela que se muda a un ex hospital en el que un techo se deshace y le cae encima a un chico que debe ser enviado a un hospital, es perfectamente posible en la Argentina, un país en el que hace apenas unos meses casi doscientos adolescentes murieron en una discoteca mal habilitada y en el que esa causa se empantana entre responsabilidades privadas y públicas, y en el que todavía resuenan los ecos del escándalo por la evidencia de que los controles son laxos, vagos, generalmente inexistentes si la presión cede una pizca. Pues bien, en ese ex hospital en el que tuvo lugar este accidente, los padres denunciaron que no hay puertas de emergencia ni matafuegos, a lo que se agregan reiterados cortes de energía.

La comunidad de la Escuela Media Nº 2 se movilizó unos días después, cuando el chico, después de haber estado internado, fue dado de alta. Lo que reclamaban a las autoridades educativas bonaerenses era módico, básico, casi increíble: que se inicien las obras de reparación en ese edificio. Es que después del accidente lo que pasó es que se retiraron los escombros y se removieron otros sectores del techo del que se desprendió una placa de yeso, y se siguió como si nada. Los gestos hablan. No basta que un alumno de una escuela pública deba ser hospitalizado porque mientras está sentado en su silla, en una clase, un techo se le viene encima. La Argentina parece un país que funciona a tracción de sangre. Lo único ante lo que parece haber algún reflejo de reacción es la muerte. Los avisos, las señales, el sentido común, la lógica, todo eso no existe. Se diluye en la desidia y se continúa adelante con cualquier disparate. “El inmueble no puede seguir funcionando como escuela”, afirmaban los padres. ¿Es necesario aclarar eso después de lo que pasó? En la Argentina, sí. Es necesario.

Fuente de datos: Diarios Clarín 10-09-05 y La Razón 09-09-05


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