¿El pueblo las abraza?

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Por Alfredo Grande

(APe).- Varias veces he insistido en la extrema disociación entre democracia y estado benefactor. O sea: el terrorismo de estado anula la democracia, aún la más superficial. Pero la democracia no anula todas las formas de estado terrorista. Creo que es necesario definir el concepto de Terror. León Rozitchner escribió mucho sobre como el terror construye subjetividad. He tomado mucho de sus ideas e intento amplificarlas en lo que he bautizado como “psicoanálisis implicado”.

Mi primer libro publicado por la Agencia de noticias Pelota de Trapo se llama: “Crónicas de Trapo desde el psicoanálisis implicado”. Lo he definido como un “analizador del fundamento represor de la cultura”. La cultura represora tiene su máxima expresión en el terrorismo de estado, pero tiene múltiples expresiones en las democracias superficiales. Desde la masacre de Budge hasta los tarifazos.

Sobran los ejemplos y no hay organismo de derechos humanos que no haya denunciado y combatido estas formas del fascismo camuflado. Democracia o dictadura es una fórmula encubridora. Puede haber democracia y dictadura. Después de todo, hasta un asesino serial puede ser tierno con su familia. Pero creo que los globos de la democracia han impactado demasiado como un bien en sí mismo. Es decir: a un dispositivo lo hemos clonado en un valor. Y la democracia no es un valor. No es el bien y mucho el menos malo. El posibilismo, la resignación, el minimalismo fundamentalista de los demócratas, los meritócratas, los burócratas, tiene como uno de sus orígenes la idealización del voto y la entelequia de la voluntad y el poder popular.

Para ilustrar: desde la conadep, el juicio a las juntas, los juicios de lesa humanidad lo que está en el banquillo de los acusados son personas. O sea: conductas concretas tipificadas como delitos. Menos el de genocidio. Creo que la única excepción es un fallo no fallado del juez Rozanski. Lo que nunca se juzgó políticamente es a las fuerzas armadas para asesinar. Si los bancos salieron airosos de todas las crisis, las fuerzas armadas, como institución, también.

Se han abierto delivery del ejército, marina y aeronáutica. Gendarmería, policías municipales, barras bravas, las “batatas” del sindicalismo ocre, etc. El monopolio de la fuerza pública tiene muchas sucursales, pero la casa central sigue siendo el Estado Represor y Democrático. Como éramos pocos, parió la abuela fascista. El decreto 721/2016 publicado en el boletín oficial por el gobierno nacional deroga el decreto 436/84 firmado por el ex presidente Raúl Alfonsín que determinaba un control civil sobre las Fuerzas Armadas para la democracia. Control relativo pero control.

Gradualmente, o de golpe, las fuerzas armadas volverán a ser el brutal ejército de ocupación que, desde Roca al menos, siempre fueron. Y serán. Pronto le pedirán perdón por los juicios de lesa humanidad. Y habrá una estatua a Videla. Ya empezó Prat Gay pidiendo perdón por el sufrimiento de los capitales españoles. No sabía que los capitales sufren. Ese perdón es una forma nada larvada de traición a nuestra patria. Es el mismo espíritu que ordenó amputar nada menos que nuestro himno nacional.

Para mayor penuria, el abrazo de Hebe de Bonafini con el General Milani anticiparon estos males. Hebe, la gran luchadora contra la dictadura militar, indultó a las Fuerzas Armadas al abrazarse con su jefe mayor. La agrupación HIJOS de La Plata fue duramente cuestionada al quemar dos muñecos que simbolizaban ese abrazo siniestro. Hasta remover esa yerba mala de nuestra democracia, mucha sangre será nuevamente derramada. Ya lo está siendo porque desocupación, tarifazos, inflación, amenazas laborales, es anticipar la muerte. Es la muerte en vida. Mantengo una profunda convicción: a las fuerzas armadas el pueblo no las abraza.

Edición: 3167


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