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Por Ignacio Pizzo
(APe).- Como si fueran tumores a extirpar en un cuerpo social sano, que contrajo una patología producto de agentes externos, al hablar de drogas y narcotráfico suele haber -en forma intermitente y espasmódica- una tendencia a la sorpresa mediática. Como si no fuera parte activa de una sociedad que se jacta de ser partícipe del estado de derecho. Mientras naturaliza que los pibes cual fantasmas de piel y hueso son simples clientes que compran en las esquinas el alivio del apetito y de la angustia, que a veces se logra, impregnando el organismo del humo negro de las escorias del mercado. Paco y otras sustancias. Del exterminio se viaja a la naturalización, aunque cada tanto se hagan comentarios periodísticos con actuaciones que simulan a Caifás rasgando sus vestiduras.
El Pacto Social de la Modernidad, premonitorio del contrato social, fue el paradigma de Thomas Hobbes representado y teorizado en su obra Leviathan (1651).En su iconografía, el monstruo -que en realidad es un hombre- representa al estado absoluto, con la espada y el cetro. Los poderes civiles y eclesiásticos. El pacto impide el desmadre, la guerra civil, el caos.
A veces debemos escribir, para recordar que la vaca da leche y la gallina pone huevos. A veces lo conocido no parece conocerse. Tal vez no lo queremos volver a conocer. Tal vez no queremos despertar al monstruo.
Para Alessandro Baratta (1995), jurista italiano, filósofo, criminólogo, el pacto social de la modernidad, “se trató más que nada de un pacto para excluir, de un pacto de una minoría de iguales que excluyó de la ciudadanía a todos los que eran diferentes. Un pacto de propietarios, blancos, hombres y adultos.”
El caos, lleva al despertar del monstruo, el monarca, el soberano, el orden. No han cambiado las cosas desde entonces, desde 1651. El monstruo puede intervenir de diferentes maneras, tal vez desde una arcaica y anacrónica monarquía, hasta una democracia lavada y maquillada, donde el “demos” es sólo aquel que permanece dentro del contrato social y desconoce a los que no han sido agraciados por la “oportunidad” que brinda la sociedad civil.
Desde el momento en que el delirio del nazismo buscó la purificación de la “raza aria”, nada volvió a ser igual. Josef Mengele y su macabra curiosidad por los gemelos, fue el ejecutor de experimentos que pretendían la eugenesia. Auschwitz fue el laboratorio. Con un aberrante e indescriptible sadismo, el escurridizo y perverso médico de las SS, utilizó a niños judíos y gitanos en pos de demostrar la superioridad blanca. Mientras, la propaganda nazi utilizaba afiches de familias ideales alemanas, ensalzaba el ideal ario, atraía a los más jóvenes para formar parte del partido e infravaloraba a judíos, gitanos, comunistas, entre otros.
Agamben señala que, desde la existencia de los campos de concentración, no es posible volver a la política clásica. El sistema democrático se vale indudablemente de elementos totalitarios fascistas. “Este dominio de la vida por la violencia es lo que Agamben registra en el campo de concentración, el estado de excepción convertido en el modo de gobierno dominante de la política actual.” (Raúl Zibechi –Territorios en Resistencia).
La Argentina, que supo ser acuñador de capitanes y coroneles de la muerte, ya siendo un país desigual, abrió sus puertas a inmigrantes nazis una vez terminada la guerra. Pero Argentina, ya tenía práctica de exterminio. Para no ser menos tuvo muchos años antes, a un precursor del tercer Reich, co-fundador del estado-nación. Tiene primera plana en el billete de 100 pesos, que circula en paralelo con el de Evita. Nada más lejos. Eva Duarte en su diseño del mundo junto a los niños, elevó a un nivel de impensada realidad la utopía de privilegiar la infancia.
A posteriori, dictaduras y democracias mediantes. Llegamos al 2016. Epoca de selfies y de autos de alta gama que no pagan impuestos. Epoca de protocolos muy protocolares para regular protestas que no despierten al Monstruo. Tiempos donde el exterminio del diferente, el antes indio, luego cabecita negra y ahora negro de mierda, ha tomado la misma esencia con mecanismos perfeccionados. Tiempos donde se ha descubierto que niños y jóvenes son potencialmente peligrosos. Pero que además pueden ser parte del consumo, por supuesto sin cruzar el cerco de sus cárceles a cielo abierto. Y por eso se les puede sacar el jugo -la sangre- hasta matarlos. Para ello la no-vivienda en una cruel periferia, el hambre y las sustancias psicoactivas, cumplen el rol del campo de concentración. Estado de excepción permanente. Es la regla.
Para muestra sobran botones. Y vaya si sobran. El sexto estudio nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas del Sedronar, en estudiantes de enseñanza media se realizó en el 2014, en 1009 escuelas, representa un total de 2.227.579 jóvenes, entre 14 y 17 años. 50,6% mujeres y 48,2% varones.
Según el trabajo en el período 2009-2014, el consumo de marihuana sostuvo una tendencia ascendente. El trabajo revela que el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida entre los estudiantes secundarios. Con excepción del alcohol la marihuana sigue siendo la droga ilegal más consumida.
Sin embargo, el ascenso del consumo de pasta base de cocaína “paco”, es el modo para que las bajas de nuestros niños y adolescentes se consigan más rápido, por parte de un sistema que los prefiere fuera de todo intercambio. Fuera de la vida.
Se ha convertido en la droga que más daña, y se conoce su existencia en nuestro país casi desde el 2001, si no antes. Cada dosis de paco pesa entre 0,01 y 0,03 gramos y cuesta entre 5 y 10 pesos. Estafa garantizada, si se tiene en cuenta que: el alto poder de adicción hace que sea necesario consumir 70 dosis por día.
La comercialización del paco mueve cerca de 1.300 millones de pesos cada año. Supera las ganancias de industrias legales como la del cine o la discografía.
Un estudio químico de la UBA realizado por las facultades de Farmacia y Bioquímica, junto con la de Medicina, revela en forma preliminar que el paco está compuesto por alcaloide de cocaína estirado con cafeína, bicarbonato de sodio, anfetaminas y hasta veneno para ratas (malatión), solventes (parafina, bencina, éter, tolueno, nafta o querosene). También ácidos (benzoico, sulfúrico, clorhídrico), inclusive vidrio molido, polvo de ladrillo, talco, harina, etc.
Altamente letal por daño directo y sin demora del sistema respiratorio, cardíaco y nervioso.
El efecto es efímero (5 a 10 minutos) pero intenso. Y lleva a seguir consumiendo (3 a 4 consumos generan adicción).
En un fin de semana se pueden llegar a consumir entre 100 y 200 dosis de paco. Con la falsa premisa de ser “barato” se puede llegar a gastar entre 500 y 1000 pesos por gramo de Paco.
El pacto social que no pactó con nuestros pibes desamparados, con panzas vacías, con cerebros y pulmones aniquilados y llenos de las excrecencias del comercio, se lleva puesta la subjetividad y el deseo de aquellos que supieron ser privilegiados.
Guardamos en nuestro ser, que le pertenece a la dádiva capitalista, una siniestra cultura hegemónica del exterminio del otro. Despojarnos de ella es la tarea que el Che nos quería plasmar, al introducir la idea del Hombre Nuevo.
Despojarnos y tratar de generar en otros la idea de que despertar al día siguiente puede conllevar a que compartamos la hermosura. Seducir para la vida, frase sin duda fundacional que no se cansaba de repetir el querido Alberto, cada vez que se proponían objetivos para el año siguiente. Vínculo para transformar, vínculo para abrazarnos de uno en uno y rescatar hasta el ultimísimo escombro de sueño que quede, para armar un nuevo contrato social. Un contrato que deje afuera al hambre y a los socios del exterminio. Un contrato que condene a sus culpables con la sapiencia del que se quitó sus cadenas, para que las sustancias químicas y las balas sean un mal recuerdo. Donde se firme que los homenajeados deben ser nuestros próceres anónimos, cuyas vidas se borraron demostrándonos que estamos incompletos. Finalmente un contrato de una vida de pie y no de una muerte lenta de rodillas.
Fuentes:
-Leviathan (Thomas Hobbes 1651).
-Alessandro Baratta (1995).
-Territorios en Resistencia (Raúl Zibechi 2008).
-PRONAP (Programa Nacional de Actualización Pediátrica 2015. Módulo 2. Capítulo 4: Intoxicaciones en la adolescencia. Dra. Claudia Patricia Curi.).
Edición: 3125
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