El olvidado

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Por Sandra Russo

(APE).- David Bosca tiene 20 años y en 2004 fue detenido y acusado de dos robos. Tres meses más tarde, el Tribunal Oral Nº 1 lo absolvió, pero increíblemente olvidó liberarlo. El joven recién pudo recuperar su libertad cuando uno de sus compañeros de cárcel, que estudiaba derecho, envió una carta al tribunal.

Los ocho meses que David Bosca pasó injustamente en prisión no corren por cuenta de nadie. El caso fue analizado por el Consejo de la Magistratura, encargado de revisar la conducta de los jueces Pablo Jantus, Marcelo Arias y Eduardo Albano. Estos últimos dos jueces renunciaron antes de que el caso tomara estado público, de modo que el Consejo de la Magistratura sólo falló en el caso de Jantus, quien fue absuelto porque, según sus superiores consideraron, “admitieron como eximente de responsabilidad la división de trabajo por ‘la sobracarga laboral’ de los tribunales de menores”, de modo que liberar a Bosca era responsabilidad de Alvano y no de Janus. “la mayor responsabilidad que tiene un juez es la libertad de los acusados. No lo exime la división de trabajo. Pudiendo haber al menos una culpa in vigilando, su caso tiene que pasar a la Comisión de Disciplina”, opinó Marcela Rodríguez, del ARI.

El juez Arias había sido quien firmó la detención de Bosca, pero amenazado por una investigación que avanzaba en su contra, renunció el 23 de mayo. Los tres jueces miembros del Tribunal Oral enfrentaron además una causa penal por privación ilegal de la libertad, y fueron sobreseídos.

¿Cómo llamará la justicia al encarcelamiento arbitrario de una persona absuelta de culpa y cargo por ella misma? ¿Qué será o bajo qué figura se podrá hablar de alguien que permanece ocho meses detenido por un olvido judicial?

Al día de hoy, la única que sigue comprometida en el caso Bosca es la defensora pública que el Estado le había nombrado a Bosca, Nelly Allende, quien demás está decir que nunca vio a su defendido ni advirtió la flagrante irregularidad de que, habiendo sido absuelto, continuara preso.

Cuando en las marchas por la inseguridad la gente pide justicia, seguramente no sólo está pidiendo que los culpables vayan presos, sino también que los inocentes sean liberados. Y si no es así, debería serlo, en un país en el que un caso como el de David Bosca es posible, y en el que una institución del rango del Consejo de la Magistratura puede aducir sin que nadie se espante que un inocente siguió en la cárcel ocho meses porque los jueces se olvidaron de él.

Fuente de datos: Diario La Nación 11-08-06


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