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Por Carlos del Frade
(APE).- El 25 de junio de 1912 estalló la huelga agraria más importante de América después de la revolución mexicana. Fue el Grito de Alcorta. Chacareros, peones, pequeños propietarios produjeron un paro fenomenal de actividades que golpeó el corazón del latifundio de la pampa gringa. Desde el sur santafesino, la huelga se expandió por el norte de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa. Hubo represión, cárcel, asesinatos, torturas y fue el origen de la Federación Agraria Argentina.
Casi cien años después, desde las mismas localidades que generaron semejante postal de dignidad en la historia argentina -Alcorta, Bigand, Carreras, Máximo Paz y Santa Teresa- surge un nuevo grito.
Pero distinto, diferente.
Consecuencias del boom sojero, de las permanentes aplicaciones de las recetas de los grandes laboratorios internacionales y las megaempresas dedicadas a todo el ciclo de las semillas, la gente se enferma en mayor proporción en ese lugar.
Según un estudio del Ministerio de Salud de la Nación, “los casos de cáncer de testículos y gástricos en varones fueron tres veces más que la media nacional. Los cánceres de hígado fueron casi diez veces más y los de páncreas y pulmón, el doble de lo esperado. Los varones parecen haber sido los más afectados por esta enfermedad. En cuanto a malformaciones, se halló ‘una muy significativa incidencia al compararse con datos medios nacionales’”, sostienen las crónicas periodísticas.
El estudio fue realizado por investigadores del Centro de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (Ecosur) del Hospital Italiano Garibaldi de Rosario, la Universidad Nacional de Rosario, el INTA, el Colegio de Ingenieros Agrónomos y la Federación Agraria Argentina.
Uno de los profesionales que participó en la investigación, el ingeniero Alberto Gelín, sostuvo que "la introducción de moléculas sintéticas (agroquímicos, bifenilos policlorados) en los ciclos materiales es una constante en esta región. Y el hombre que participa activamente en este proceso, se expone a estos agentes que inciden en su salud. Muchas de estas moléculas son sospechadas de riesgo; y dada su continua e intensa aplicación, se planteó evaluar la posible incidencia de ésto sobre la salud de la población rural del área". En conclusión, Gelín afirmó que "los resultados muestran en forma preliminar que existe una relación causal entre los factores de riesgo sospechados, y los casos detectados".
Gelín, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos, marcó que “a partir de la llamada "revolución verde", se fumigó por años con DDT, heptacloro, lindano y HCH, hasta que se prohibieron. De 1960 a 1978 tuvieron amplia difusión los organoclorados y organofosforados como el Parathión. Del '78 al '94 la tendencia introdujo el monocrotofós, endosulfán y piretroides; y desde el '94 para acá, se aplicaron piretroides, endosulfán, clorpirifós y otros funguicidas. Sin olvidar la rotunda aparición del glifosato, de creciente aplicación", enumeró el estudioso.
A casi un siglo de la huelga agraria que originó la Federación Agraria Argentina, la lucha contra el latifundio tiene vigencia, pero ahora se agregó algo más, la pelea contra las grandes empresas que se quedan ya no sólo con la tierra sino también con la salud de los chacareros.
Fuente de datos: Diario El Consultor Web - Santa Fe 04-01-06
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