El negro Cabral

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Juan Bautista Cabral no era ni sargento ni tenía esa cara blanca que inmortalizó el Billiken. Era un negro esclavo que recibió el apellido del propietario de la estancia y su extraordinario valor cuando salvó a San Martín aquel 3 de febrero de 1813 en San Lorenzo sintetizaba el heroísmo de las grandes mayorías que hicieron de verdad la independencia de estas tierras, los negros, los gauchos, las naciones originarias, los que no sabían leer ni escribir pero que pusieron el cuerpo en los ejércitos libertarios. De a pie, peones.

El Archivo General de la Nación guarda la nómina de jóvenes embarcados en Corrientes el 3 de noviembre de 1812 incorporados al Regimiento de Granaderos el día 12, con Cabral figurando en ella. Una internación desde el 29 de diciembre al 3 de enero de 1813 en el Hospital de Hombres de la Residencia de los Hetlenitas, autorizado por el Sargento mayor José Matías de Zapiola y el visto bueno de San Martín. El parte de la victoria del 16 de febrero en el que San Martín exalta el heroísmo de Cabral en el combate, refiere sus últimas palabras y recomienda asistir a su familia. En la nómina de los caídos de San Lorenzo, suscriptas por San Martín el 27 de febrero, figuran los nombres de sus padres y el lugar de nacimiento publicado en “La Gazeta”, página 118 del 10 de marzo, existente en el mencionado archivo. Con esa documentación, además, la foja de servicios con todos sus antecedentes como granadero. También consta el original del decreto 8844 del 10 de noviembre de 1915, que autorizó comprar el terreno donde nació Juan Bautista Cabral y erigir un monumento en el lugar.

-Paradójicamente, nada trascendió de la niñez y adolescencia de Juan Bautista Cabral transcurridas en el discriminado mundo de los criados, cruel desde la vestimenta de los niños para diferenciarlos de los hijos de los amos, similar en todo el Virreinato. Hombres y mujeres ofertados como objetos, sin importar el talento, las virtudes o sentimientos que como seres humanos debían estar dotados. Tuvieron en cambio, precios y tratamientos de mercaderías. Solo los libros parroquiales de bautismos, casamientos o defunciones certifican el tránsito por la vida de la mayoría de los esclavos.

El acto heroico de San Lorenzo, salvó para la historia el nombre de Juan Bautista Cabral, quien si hubiese muerto en circunstancias más oscuras del combate, sería otro de los tantos negros argentinos anónimos que se ofrendaron por la patria en las batallas de la independencia – dice con contundencia y profundidad, Ramón Julio Blanco.

Después vino la mitología.

Por ejemplo, una supuesta participación en las invasiones inglesas.

En la foja de servicios ya mencionada que existe en el Archivo General de la Nación no se habla de esta supuesta intervención.

-A casi 150 años de enterrados los granaderos fallecidos en el combate de San Lorenzo, el 20 de agosto de 1945, fueron exhumados de la fosa común fragmentos óseos destinados a la urna del soldado desconocido de la independencia que han sido depositados junto al mausoleo del general San Martín en la Catedral de Buenos Aires, sin aclarar en el acta la clase y cantidad de huesos extraídos. En una segunda exhumación de la misma fosa, el 17 de junio de 1957, el acta detalla los huesos desenterrados: una vértebra cervical, una vértebra dorsal, dos vértebras lumbares, una primera costilla izquierda, una costilla derecha, una costilla izquierda, un fragmento de cúbito, un metacarpiano y un fragmento de huesos celíaco. Una parte de esa segunda extracción se colocó en el propileo del Monumento a la Bandera de Rosario y otra quedó depositada en un cofre que permaneció nueve años en la celda que ocupó San Martín en el convento de San Lorenzo, de donde el 3 de febrero de 1966, fueron pasados a la urna del templete del convento donde está identificada con la leyenda: “Aquí esperan la resurrección futura junto a los misioneros franciscanos, soldados de la paz y el bien, los granaderos caídos en el combate del 3 de febrero de 1813.

Los huesos de los 14 granaderos muertos en San Lorenzo no correspondían ser exhumados como “soldados desconocidos de la independencia” porque se conocían los nombres de todos ellos. Murieron por la independencia, pero no fueron soldados anónimos. Eran merecedores de un mausoleo exclusivo en el Campo de la Gloria donde estaban inhumados, para esperar “la resurrección futura junto a los misiones franciscanos, soldados de la paz y el bien” – escribió Ramón Julián Blanco.

Uno de los grandes historiadores de la Argentina, Norberto Galasso, autor de la imprescindible obra sobre San Martín, “Seamos libres, lo demás no importa nada”, marca la contradicción de las crónicas oficiales en torno a Cabral.

-Encontré una carta del que sería el padre o mejor dicho el dueño de Cabral que le pide a San Martín que no lo haga pelear con la caballería, sino con la infantería. Hablaba como si fuera el dueño de un esclavo. Los del Instituto Sanmartiniano no dijeron nada. Hasta que un sacerdote escribe un libro donde dice que se trata de un esclavo y que cuando muere dice su famosa frase: “Muero contento hemos batido al enemigo”, pero en guaraní. Seguramente era bilingüe, como San Martín también lo era. De allí que traduce la frase y lo escribe en el parte de batalla. Cabral agoniza en el Convento. Para Mitre y la gente civilizada esto es irritante: que tanto Cabral como San Martín supieran y fueran guaraníes es mucho. No lo pueden soportar. Y tampoco se encontró su nombramiento como sargento – sostiene Galasso.

Una vez más en Saladas, provincia de Corrientes.

Rosa es una mujer muy simpática que trabaja en el museo histórico donde hay una potente recreación artística de Cabral en una de sus esquinas.

Ella está acostumbrada a contar la historia a los visitantes.

-El sargento Juan Bautista Cabral nace a 16 kilómetros de aquí. En el campo de los Casafús. Lo traen con la peonada. Y luego va con los granaderos en Retiro y muere el 3 de febrero de 1813 en la batalla de San Lorenzo…Lo valoramos mucho. Es muy importante lo que hizo. Se hizo la patria gracias al coraje del negro Cabral – dice Rosa y hay algo que emociona cuando pronuncia esa última parte “gracias al coraje del negro Cabral”.

Lo dice con orgullo y también con ternura y simpleza.

El orgullo, la ternura y la simpleza que caracteriza a las mayorías argentinas cuando reconocen que uno de los suyos es reconocido por auténtico y valiente.

Fuente: “Cabral y Rivero, peones heroicos”, del autor de esta nota.

Edición: 3327

 


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