El libro flaco de Petete

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Por Alfredo Grande
   (APe) Había resuelto continuar con mis elucubraciones sobre la identidad política autopercibida. Sin embargo, me desperté a las cuatro de la mañana con la convicción de que la siesta había sido demasiado prolongada y que la mañana del viernes se había esfumado. Tardé varios minutos -supongo que eran minutos- en volver ubicarme en tiempo y espacio. Eso que llaman “sentido de realidad”. Mi identidad autopercibida de psiquiatra fue duramente conmovida. Algunas horas más tarde, ubicado nuevamente en mi tiempo y en mi espacio, comencé a escribir. Supongo que para mí es un tipo de labor - terapia.

Hay dos registros que necesito enfatizar: la ya mencionada “identidad política autopercibida” y lo que desde hace años denomino “el alucinatorio político social”. Hay un ejemplo demasiado cercano y atroz. He escuchado reportajes a Patricia Bulrich. Le preguntan sobre la cuarentena como si fuera un ser pensante. Vagamente creo que sugirió perseguir al virus con la gendarmería, con una tecnología más sofisticada que aquella utilizada para asesinar a Santiago Maldonado.

Eran los tiempos de la materialidad histórica y política. A pesar de mi florida imaginación, no creo posible un 17 de octubre de 1945 por Zoom. Ni reemplazar el Cordobazo por un twittazo. La cuarentena en su dimensión política histórica no es apenas una forma de impedir la propagación del contagio por el “virus que no tiene rostro”, según el delirante texto de una propaganda de YPF. La cuarentena es una versión actualizada del “zapatero a tus zapatos”. Prohibición explícita para que no se meta con las medias. Y menos con pantalones o polleras. Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Y para las personas – cosas el lugar natural/artificial es la casa. “Home sin virus Home”. Cavernas con pisos de pinotea o de tierra.

Me tomo un ansiolítico y continúo. Lo mejor dicen, es estar cerca estando lejos, la virtualidad como nueva normalidad, el wifi como único garante de cierta forma residual de la sociabilidad. Si un “acontecimiento” es ampliar el horizonte de lo posible, la cuarentena es un acontecimiento capturado por la cultura represora. O sea: la cuarentena reduce el horizonte de lo posible a caminar 100 metros, pasear con las hijas y los hijos una vez por semana, o darse lustre de último consumidor virgen en negocios de cercanía.

El salario mínimo vital y móvil ya no interesa. Se ha impuesto una vida tan invisible como el virus, de reducida vitalidad y que tiene a lo inmóvil. Por eso, pidiendo permiso a la memoria de García Ferré, emprendo la tarea de escribir “El libro flaco de Petete”.

En una reunión de colegas dije que “también se respira con la cabeza”. Nada oxigena mejor que las ideas. Obviamente, la cuarentena es también cuarentena de ideas. Reemplazadas por esa forma bizarra de la idea que son las estadísticas al servicio de cualquier manipulación. No estoy en condiciones de dar demasiados detalles, pero adelantaré algunos ítems del Libro Flaco de Petete.

Uno de los fundamentos de la cuarentena era tener tiempo para que el sistema de salud pudiera estar en condiciones de contener a los miles de infectados. Sin embargo, las empresas de medicina prepaga, que apenas son aseguradoras de riesgo de salud (ARS). Co-responsables del desguace de la salud pública, han sido premiadas con un aumento de las cuotas del 8%. Sigo escuchando a funcionarios del más alto nivel que la cuarentena es la vacuna. Es exactamente lo contrario. Las vacunas, más acá del debate sobre su manipulación, aumentan la inmunidad. La cuarentena tiene cero efectos sobre la inmunidad. Por eso, nadie se anima a salir de la cuarentena, como en su momento nadie sabía cómo salir de la convertibilidad.

Un ejemplo de peso argentino con identidad autopercibida como dólar. Salir de la cuarentena será entrar en la realidad del aumento de contagios. Sin embargo, es mucho mayor la cantidad de curados que de fallecidos. Pero la mayoría de les periodistes insisten en informar con tono alarmista sobre fallecidos y nuevos contagios. Los despidos presenciales y virtuales aumentan en forma logarítmica. La uberización del empleo excederá la protesta del sindicato de taxistas. Pensamos que era un tema de autos de alquiler. Y era una modificación fundante de las condiciones de explotación del trabajo. El chancho burgués será una plataforma digitalizada programada para enviar mails de despido. El nombre que ha trascendido de la plataforma es “Porky”.

La frivolización, banalización y superficialización de la cuarentena, se estrella contra el asesinato por abandono de persona de Ramona Medina y centenares de personas. Los cartoneros llegaron para quedarse, los que viven de changas, los que viven, duermen y mueren en la calle, no fueron cuidados antes de la cuarentena. Ni durante, ni después. Hoy cuidarse es quedarse en el molde, o sea en la casa. Recién se están dando cuenta de que hay millones sin casa. Y de que el aislamiento social obligatorio implica un daño psicológico inevitable. Que tampoco fue anticipado. Especialmente en niños y niñas, a los cuales se les somete a un lavado ensuciado de cerebro con el uso de la inteligencia artificial.

Una vez más se tomaron medidas correctas pero sin prevenir los efectos secundarios. Incluso cuando son más graves que los males que supuestamente deberían evitar. Se regatea un aporte empresario cuando en la Constitución Nacional (en retiro cuasi efectivo) se establece la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. Y no lo que hace la burguesía nacional que los hace participar de las pérdidas, vía despidos y disminución de salarios. Con la anuencia de la élite sindical.

Por eso el Libro Flaco de Petete dirá en sus primeras páginas: “la cuarentena no es un virus. El virus es una política de Estado” De los Estados que han sostenido la destrucción del planeta para ahora ocuparse de recuperarlo con el eufemismo de la “nueva normalidad” cuando apenas han combatido a la “vieja anormalidad”.

Los Estados hablan de pobres cuando son responsables de haberlos empobrecido. Hablan de ricos cuando son cómplices de haberlos enriquecido. Y los Estados sostienen al Mercado para que el alucinatorio político del capitalismo bueno pueda sostenerse. Lo más que se pueda. Hoy la Asamblea Nacional de Residentes y Concurrentes convoca a las 12 a las puertas del Ministerio de Salud de la Nación. La consigna: “urgente: nos estamos contagiando”. Y para esta situación no hay cuarentena que valga. Parafraseando al talento de García Ferré, y ya sostenido en mi tiempo y en mi espacio, al menos por algún tiempo, finalizo con este saludo: “El libro flaco te enseña, el libro flaco entretiene, y yo te digo contento, hasta la cuarentena que viene”.

Edición: 4007

 


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