El Gran Ojo y la soledad del burrito de Cachamai

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Por Carlos del Frade

(APE).- El burrito de Cachamai se quedó solo. El pibe cordobés que recorría los caminos de las sierras y las calles de ciudades y pueblos de la provincia mediterránea está preso. Los chicos en Córdoba están condenados. Cuatro pibes menores de dieciocho años son detenidos cada veinticuatro horas. Uno cada seis horas.

 

Así dicen los números oficiales.

En Río Cuarto, segunda ciudad de la provincia, más conocida por El Imperio, entre enero y febrero de 2005 hubo 243 menores que fueron puestos a la sombra, como dirían los viejos locutores.

El número surge de un trabajo de la Radio Universidad de Río Cuarto: en enero fueron 103 y en febrero 140. En aquel primer mes del año, hubo 82 detenciones por contravenciones y 13 por presuntos delitos. En febrero, 96 por contravenciones y 32 por presuntos delitos.

El burrito del te Cachamai se quedó sin su compañero de todos los días.

Están sospechados los pibes cordobeses.

El gobierno de José Manuel De la Sota piensa ahora en hacer realidad las pesadillas de George Orwell, autor de “1984”, una novela de anticipación que describía un mundo controlado desde las pantallas de televisión que observaba cada uno de los movimientos de todos los habitantes del planeta y que además corregía la historia a su antojo y conveniencia. Orwell, cuyo nombre verdadero era Eric Blair, advirtió en aquella fantasía los peligros de un mundo totalitario, incapaz de soportar cualquier mínimo rasgo de libertad, alegría y juego. Tres de las principales características de los pibes.

Nada escapará al Gran Ojo de la actual administración cordobesa.

Planean poner cámaras en las calles para controlar las idas y vueltas de todos, especialmente de los chicos.

Funcionarios de la policía provincial viajarán a España e Inglaterra para “interiorizarse del funcionamiento de este sistema de prevención del delito”, dijeron a la prensa.

Ya el año pasado los integrantes de La Cordobesa viajaron a la ciudad turística brasileña de Praia Grande, donde la instalación de cámaras “ayudó a bajar el índice delictivo”.

De tal forma, sueñan los funcionarios del gobierno: “Córdoba estará a la vanguardia en lo que se refiere a prevención y disuasión del delito”.

Los muchachos de la Dirección General de Operaciones de la Policía reconocerán los lugares en donde instalarán las cámaras del Gran Ojo; después armarán una central de monitoreo permanente y, por último, seguirán subiendo las estadísticas de detenciones. Y allí se mostrarán los nuevos resultados que no serán otros que los anunciados a principios de año. El terrible peligro social, los pibes de la calle.

La idea es multiplicar las cámaras entre las principales ciudades de la provincia y luego, casi con seguridad, lo pedirán las comunas, los pueblos de las sierras y los ojos del Poder serán pedidos por todos aquellos inoculados por el virus del miedo.

El Imperio, Río Cuarto, la ciudad de los cuatro pibes detenidos por día, ya solicitó sus cámaras. También lo hicieron los intendentes de Villa Carlos Paz y Villa María.

Para el radical intendente de Río Cuarto, “la gente se va a acostumbrar como se acostumbró que haya cámaras en peajes, shoppings y en otros lugares”.

Exacta síntesis del proyecto. Hacer de las ciudades un lugar de consumo permanente y sin presencias desagradables de aquellos que no pueden comprar lo que mandan los voceros del sistema.

Será como en los shoppings, se entusiasma el intendente de la ciudad que tiene el triste privilegio de ofrecer como carta de presentación que en sus calles se detienen cuatro pibes menores de dieciocho años por día.

El Gran Ojo cordobés se prepara para caer sobre los cuerpos de los gorriones condenados, los que no están en los nidos del privilegio, los arrasados por las tormentas de la concentración de riquezas.

Los burritos que traen sobre su lomo las hojas que alivian las penas de las mujeres y hombres ya no tendrán a sus fieles amigos. Serán detenidos porque el Gran Ojo los marcará como vagos, mal entretenidos, condenados por empobrecidos que no se resignan a pasar por la vida como números de estadísticas que nadie pretende corregir.

Pero ya habrá alguna gambeta de la libertad, el juego y la alegría. Una cabriola fantástica que termine por ridiculizar al Gran Ojo y las temibles estadísticas de los que sueñan construir un futuro sin pibes.

Fuente de datos: Agencia Argenpress 12-04-05 / Diario La Voz del Interior - Córdoba 10-04-05

 

 


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