El feudalismo impune

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Por Carlos del Frade

(APE).- Castillos, fosas, soldados, príncipes, cortesanos y sacerdotes. Del otro lado, campesinos harapientos. Recogiendo las sobras que desde las almenas se tiraban de tanto en tanto.

Señores que tenían el derecho a pasar la primera noche de boda con toda aquella muchacha que quisiera casarse. Los cuerpos a disposición de aquella fauna medieval.

Feudalismo, cuando Europa se pensaba como centro y destino del universo, cuando todavía el conocimiento y la salud eran propiedad exclusiva de los representantes de la iglesia.

Postales que suelen aparecer en películas como “El nombre de la rosa” o “Corazón valiente”.

Un sistema en el que los señores disponían de los cuerpos y las cosas sin hacer diferencia entre ambos. Y usaban, los cuerpos y las cosas, según su arbitrio, capricho o necesidad. Daba lo mismo. Desprecio por el otro. Cuerpos y cosas eran equivalentes bajo la mirada del señor feudal.

La cuestión era imponer sus deseos sin límite alguno, sin moral alguna, sin reparo alguno, aunque se escribieran toneladas de papel sobre ética, Dios y las buenas acciones. Aunque se pregonaba la necesidad de construir ciudades divinas.

Aquellos feudos, esos castillos, dejaron lugar al nacimiento de las ciudades como consecuencia de la irrupción de una nueva clase social, la burguesía.

Pero el feudalismo, aquella cultura que otorga todos los derechos a los poseedores de casi todo en cualquier punto de la geografía planetaria y que niega cualquier mínima dignidad a los otros, a los que no tienen títulos de posesión alguno; ese modo de ser que adquieren ciertos factores de poder, vive en el tercer milenio y suele reciclarse.

Las últimas elecciones constituyentes en la provincia de Misiones confirmaron la existencia de estos neofeudalismos del siglo veintiuno.

La noticia dice que cuarenta y cinco alumnos que cursan el tercer ciclo de la educación general básica en Loreto, una localidad del interior misionero, “fueron obligados a desvestirse y luego palpados por la directora de la Escuela 115 ‘Nuestra Señora de Loreto’ y policías en busca de cincuenta pesos que habían desaparecido de la cartera de la bibliotecaria”, sostuvieron los medios de comunicación.

Feudalismo en estado puro: las pibas y los pibes son humildes, no tienen títulos de propiedad, son vasallos sin derechos ante la mirada de la intendenta y, al mismo tiempo, directora de escuela.

La señora se llama Marta Julia Portel y se ufanó de su aberrante intromisión en los cuerpos de las chicas y chicos: "Se los toqueteó y se llamó a la policía para que hiciera lo que correspondía. ¿De qué otra forma podíamos saber dónde estaba la plata?", dijo la señora.

"No creo que revisarlos haya sido agresivo. Agresión es pegar, empujar, no revisar... Queremos formar a chicos para que no salgan ladrones, hay que corregirlos", sostuvo sin saber que con los mismos argumentos, en la etapa final del feudalismo, se justificaban distintas inquisiciones.

La señora, ahora, tendrá que enfrentar la denuncia por "abuso deshonesto, falsa acusación y violación de los derechos del niño" presentada por algunos de los padres de los alumnos, ante la fiscalía número dos, a cargo del fiscal Ramón Atilio León, quien investigará el hecho.

Feudalismo tercer milenio en una provincia que todavía no pudo democratizar su existencia cotidiana.

Fuentes de datos: Diarios Clarín 15-11-06 / El Once Digital - Entre Ríos 14-11-06 y Página/12 16-11-06

 


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