El Consentimiento: de mitos y leyendas correntinas

Abusos, violación intrafamiliar y consentimiento, derecho transformado en uno de esos mitos que ya no se cuenta en Corrientes. A media voz, como con la leyenda del Pomberito: en el pueblo todos conocen el secreto, pero pocos se animan a contarlo. Violeta sí pudo verle la cara al diablo. Y le puso nombre y apellido frente a las cámaras de la televisión.

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Por Martina Kaniuka

(APe).- Cuando Catalina Peña - abuela de Loan, el niño correntino de 5 años que desaparecieron hace un mes y medio - dijo que a su nieto se lo había llevado El Pomberito, el sarcasmo y el racismo se acomodaron al lado de la pira que el asco y la indignación encendió en la localidad de 9 de julio.

“Tiene huecos en los árboles, es el diablo que sale al mediodía, cuando calienta el sol y hay muchas herejías delante de las criaturas”, aseveró Catalina, señalada desde un principio por la opinión pública y por el propio gobernadorde Corrientes, Gustavo Valdés, como cómplice del hecho: "Después del trabajo que se hizo, el rastrillaje de 500 hectáreas, todas las investigaciones conducen a la casa y a los mayores presentes".

Violeta Yegros llegó a los parajes donde Loan desapareció, después de hacer dedo y caminar 300 kilómetros, con la esperanza de poder obtener algo de justicia para sanar el dolor que la habita hace más de doce años.

Cuando tenía 14 años, otro de esos demonios que pecan sin ser señalados como pecadores, conspirando contra la luz del día, después de violarla en reiteradas ocasiones, la anotó en el largo listado de niñas que se convierten cada año en la provincia que la vio nacer, en máquinas de incubar crías y enterrar sueños.

Sólo en el año 2018 se contaron 3470 embarazos en adolescentes no intencionales en la provincia. Corrientes es una de las provincias con la tasa de embarazo en menores de 15 años más alta del país.

Tras tres años de implementar el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA 2017), se logró reducir esa cifra de embarazos no deseados en adolescentes en un 42,8%. Sin embargo, como parte de medidas que apuntalan el superávit fiscal, la motosierra del gobierno de Javier Milei desmanteló el programa que comenzaba con la detección temprana del embarazo y continuaba con el acompañamiento o su interrupción, sin objetores de conciencia y atendiendo al contexto y la voluntad de las criaturas que la brutalidad de hombres camuflados de bestias disfraza de mujeres.

Abusos, violación intrafamiliar y consentimiento, derecho transformado en uno de esos mitos que ya no se cuenta, si alguna vez se contó, aparecen disimulados como el agrio de las naranjas dulces que cosechan las manos infantiles que se suman a los campos en marzo, cuando comienzan las clases y las pibas no llegan al aula para aprender a escribir futuro.  

Violeta Yegros, denunciante del padre del gobernador Valdés

A media voz, como con la leyenda del Pomberito: en el pueblo todos conocen el secreto, pero pocos se animan a contarlo. Pero Violeta sí pudo verle la cara al diablo. Y le puso nombre y apellido frente a las cámaras de la televisión, aunque la impunidad de los Valdés la dejó hace tiempo sin testigos.

Fue en el 2004 cuando tenía 14. Fue Manuel Valdés, padre del actual gobernador, Gustavo Valdés. Fue cuando vivía en Ituzaingó y él era intendente y ella otra de esas gurisas a las que el feminismo les llega como la luz, el agua potable y el gas a la casa. Tarde. Muy tarde.

Fue después que la forzara y la amenazara. Fue cuando la obligaba a tomarse la pastilla del día después, cada vez que jugara al estanciero apropiándose de su cuerpo.

Hoy Carlos es su hijo y tiene 12. Casi la misma edad que tenía ella cuando tuvo que tragarse el miedo, juntar las pocas cosas que tenía y mudarse al campo, para poder criarlo escondida y segura, como un hombre distinto al que la sometió: uno que escape a las leyendas y conjure los demonios. Para criarlo como tantas de esas niñas acunadas en la pobreza a las que la omnipotencia y el dinero de los poderosos les imprime el estigma del sufrimiento en las tripas.

¿A cuántas niñas como Violeta sometieron los Valdés? Mientras son Violeta y su hijo quienes tienen una orden de restricción, la causa contra Valdés fue abortada en el mismo momento en que Violeta decidió hablar, y permanece muerta en el Juzgado de Familia Nro. 3, hace ya 6 años. “Mi causa más que encajonada está en una bolsa negra llena de telarañas. Como soy pobre y humilde la manipularon a su antojo”.

Hoy Violeta mira fijo a la cámara de televisión. Pide que Manuel Valdés se someta a una prueba de ADN y denuncia su caso, como otro más de esa larga hilera de aberraciones que el poder correntino comete a su paso contra las niñeces en Corrientes, donde el derecho de pernada, las esterilizaciones, el estupro, la pedofilia y la trata, fueron asimiladas, como se aprende de memoria a recitar cuál es el árbol provincial; como otra leyenda local.  

La foto de apertura es ilustrativa.


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