El cielo es un algodón de azúcar que se va

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Por Roberto Lizárraga Díaz, desde San Miguel de Tucumán (*)


(APe).- A la hora en que el sol acuchilla verticalmente a la tierra, Ramiro vende algodones de azúcar en la feria de villa Alem. Ramiro camina
mucho, y camina chueco, por culpa de ese agujero en la planta de la zapatilla que amenaza con expandirse.

Será acaso lo único que sienta que se expande en su vida: usualmente la ropa le queda más chica, las moneditas no le alcanzan y el estomago se contrae. Ramiro  mira a los changuitos de su 

edad jugar a la pelota y mira el palo que sujeta con la mano derecha, en el que se expanden como nubes rosadas los algodones de azúcar.

De pronto recordó que una vez una nena le dijo “¿me vendes un pedacito de cielo?” y él sonrió.

Ramiro mira la pelota con picardía. Ramiro mira los algodones con melancolía y vuelve a la chuequeada. Ramiro tiene 8 años y ganas de jugar a la pelota pero se consuela pensando que vende pedacitos de cielo a otros chicos. Ramiro, mira como los cielos se le van de las manos.

 

(*) Participó del Concurso de Crónicas “Alberto Morlachetti”.

Edición: 3184


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