El cielo de Curuzú Cuatiá

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(APe).- El cielo se abre. Las nubes se retiran. Es que vienen los Chicos del Pueblo, los hijos de los moisés humildes y entonces la historia se repite al revés. No se abren las aguas del mar, sino las nubes del cielo y el sol los acompaña. Y ya llegaron a la dulce Curuzú Cuatiá, en la provincia de Corrientes.

 

Antes estuvieron en Federal, todavía territorio de Entre Ríos, donde recibió la CTA local en el club “Social y Deportivo Talleres”, los pibes andantes recibieron regalos y el municipio los declaró de interés comunal.
“Marchamos por nuestros derechos, por los pibes que se mueren de hambre todos los días y porque es imposible que en nuestro país donde hay tanta riqueza se mueran chicos de hambre”, dijo Julio, uno de los pibes andantes de Villa Fiorito.
A las tres de la tarde, una vez más, el milagro del sol compañero. Las nubes en retirada y centenares de chicos y adultos recibiendo a la Marcha. Pibes de escuelas que alzaban pancartas de cartulina repitiendo la consigna que ya se mete entre las necesidades cotidianas de las diversas geografías: “El hambre es un crimen”.
Manitos de color y cartón saludaban y los pibes peregrinos agradecían con alegría y piruetas varias. Curuzú Cuatiá, nombre dulce como todo el idioma guaraní. Y la dulzura de chupetines que decenas de manos prepararon especialmente para cada uno de los marchantes. Evidencia de un trabajo arduo y amoroso hecho con anterioridad.
El Padre Francisco, de la iglesia “Nuestra Señora del Pilar”, bendijo la marcha y sus protagonistas. “Hace muchos días que nos estamos preparando para recibir la Marcha, y es muy emocionante verlos entrar por la arcada de nuestra ciudad.” comenzó diciendo la siempre luminosa hermana Martha Pelloni. Y agregaba: “Les damos las gracias por todo lo que están haciendo, por esta defensa de la vida” dijo la monja de ojos color cielo.
Los fibrones dibujaban las esperanzas y los desafíos: "Nosotros los niños tenemos el derecho a que nuestras vidas tengan valor, calidad y pleno sentido".
Y la marcha sigue y los pueblos se suman. Los pibes siguen por los caminos de la patria y también por los paisajes íntimos de los que despiertan con la convicción de que el hambre, en la Argentina, es un crimen.

 


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