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(APe).- En Avellaneda, detrás de la cancha de independiente, a 3 cuadras del Wall-Mart, los viejos vagones se bajaron de las vías. Hoy son el abrigo de 30 familias.
Nos acompaña Valentín, que supo de muchos oficios pero ya no disfruta ninguno. Salvo juntar latitas. todos los días, caminando de Avellaneda a Retiro. Habla de dejar el oficio que le invento la pobreza: antes que la latita toque el piso varias manos hambrientas se disputan los despojos.
Caminamos por esas vías que en algún tiempo transitaban los trenes llevando el trabajo de hombres y mujeres. Es que Avellaneda era decir Frigoríficos, Metalurgia, Curtiembres, Ferrum, Llauró: trabajo para todos. La nostalgia de Valentín es infinita.
Karina, tira algunas quejas: si buscas trabajo, no podes dar esta dirección, primero porque no estamos en ningún lugar, y si contáramos donde vivimos no lo darían. La luz no llega a pesar de que la pedimos, pero Edesur alega que esto pertenece a Ferrosur. El agua llega con la lluvia, con los baldes que traemos de Barrio Agüero o cuando la juntamos en los siete puentes.
La semana pasada se quemó una de las casitas. Me salve por los vecinos patas que tengo que me sacaron, dice Carlitos. Para Karina es urgente conseguirle algo a este buen hombre sino es con nosotros donde va a ir. Solidaridades sin cuento.
Un niño nos despide con un ladrillo en la mano para mostrar al mundo como era su casa.
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