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Por Miguel A. Semán
(APe).- 2011 fue un año electoral. El oficialismo trató de decir lo menos posible y la oposición no encontraba argumentos. Así, entre una orilla y otra se nos pasaron las cosas importantes y la mayoría ni siquiera nos enteramos que en 2009, una región habitada por más de 12 millones de personas fue regada con 340 millones de litros de veneno y que al año siguiente el uso de plaguicidas en el país aumentó un 74%. Los datos corresponden a las conclusiones del 2do Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados que se celebró en la Universidad Nacional de Rosario. Los participantes, al finalizar el Encuentro, exhortaron a los candidatos a enfrentar la realidad de un sistema manejado por los laboratorios multinacionales, que no sólo genera divisas de manera descontrolada, sino que despierta el cáncer en nuestra gente y causa malformaciones en nuestros hijos.
Las elecciones pasaron. Los candidatos volvieron a sus casas o se convirtieron en funcionarios y el glifosato siguió ahí, sin que nadie se atreviera a fumigarlo. La Leonesa, una localidad de 10 mil habitantes, ubicada a 60 kilómetros de Resistencia, es el peor de los ejemplos. En la última década el cáncer se triplicó en los chicos menores de 15 años y las malformaciones en recién nacidos aumentaron un 400%. La media mundial de cáncer en niños es de 12 a 14 casos cada 100 mil. Según datos oficiales de la provincia, en La Leonesa el registro llega a 20,2.
Los habitantes de la localidad, vecinos de las arroceras Cancha Larga SA. y San Carlos SRL., donde se cultiva arroz transgénico, sufren desde hace más de 15 años una lluvia de herbicidas cuyo principio activo es el glifosato. Pese a las denuncias, pese al terrible informe de la Comisión de Investigación de Contaminantes del Agua, basado en datos oficiales, y contra las intimaciones de la justicia, el Ministerio de Salud del Chaco se negó a realizar estudios de impacto ambiental en la región y omitió todo control médico de las poblaciones vecinas a los establecimientos arroceros.
No sólo las empresas de la soja y el arroz transgénico presionaron sobre el gobierno del Chaco. La embajada norteamericana arrimó al Senasa un informe en defensa el pesticida usado en Estados Unidos y en Colombia en el programa de erradicación de coca. La embajada y Monsanto, principal vendedora del glifosato en el mundo, presentaron el producto como un ángel protector de los cultivos. Al mismo tiempo el presidente de la empresa en Argentina se reunía con Capitanich y ambos acordaban trabajar en la mejora y expansión de la producción de algodón en la provincia. El embajador celebró el acuerdo con un editorial en el principal diario chaqueño.
La Leonesa, pertenece a una región de 508.000 hectáreas, llamada Humedales Chaco. En el año 2004, esa llanura aluvial de los ríos Paraguay y Paraná, fue incluida por la Comisión Ramsar en la Lista de Humedales de Importancia Internacional, se supone, que para ser preservada. Hoy los investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudio de Agua de Barcelona, han comprobado que además de los efectos ya sabidos, el glifosato causa un enorme daño ambiental, ya que no se disuelve antes de llegar a las aguas subterráneas. Esto desbarata las afirmaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos que sostenía y sostiene que los microbios del suelo son capaces de degradar la lluvia venenosa incluso bajo condiciones de baja temperatura.
Dos meses atrás Capitanich llegó a otro acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para permitir la instalación de una base norteamericana en la ciudad de Resistencia. Se trata del primer “Centro de Emergencias”, manejado por militares norteamericanos, que según sus dueños operará en caso de inundaciones, sequías o epidemias y que demandó una inversión de 3 millones de dólares donados por la embajada.
“Desde América del sur vemos con tristeza que Estados Unidos no nos considere como un aliado”, había dicho el gobernador en setiembre de 2011. En esa oportunidad firmó otro acuerdo autorizando a la Forbes Energy a producir bioetanol a partir de la caña de azúcar. La producción de azúcar transgénico se elevará de las 70 toneladas actuales a 160 por hectárea. La empresa prometió una inversión de 100 millones de dólares. Nadie dijo cuál será la participación de Monsanto en el negocio. Ni cuál la función del “Centro de Emergencias”: si asistir a las víctimas de la fumigación masiva o exterminarlos si se oponen al progreso transgénico.
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