El ahorro no es la base de la fortuna

El boletín de la caja nacional de ahorro postal se llenaba con estampillas y se canjeaba por pesos. Era el culto al ahorro. La marca indeleble de que futuro se escribía con la misma F que Fortuna. Hay muchas desilusiones. Algunas terminan en cicatrices. Una de ellas fue el intento de canjear el boletín algunas décadas después.

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Por Alfredo Grande

(APe).- La escuela primaria vale más por primaria que por escuela. Primaria que en realidad es secundaria a la familia. El primer intento de socialización por fuera de los mandatos de la sagrada familia.

En estos tiempos de intemperie, no pocos ni pocas extrañan ese lugar de cierto cobijo que era la familia unida. Sencillamente porque la indiferencia daña más que la agresión. Daña más un “no te registro” que un sopapo. Y como no se pudo pasar a una lógica de familiaridad (familia por lazos de afinidad y no de sangre) entonces las viejas lógicas perimidas tienen nuevamente su lugar en el mundo. Versión remixada del “volver con la frente marchita”.

La escuela primaria era el primer indicio de que otro mundo es posible. O sea: otro mundo diferente al mundo de la familia unita o des unita. Pero otro mundo. La escuela primaria es la primera percepción de la existencia de clases sociales. Percepción habitualmente desmentida y aniquilada por la doctrina familiar de la iglesia, donde son todos por igual corderos de dios. La figura del lobo con piel de cordero no entra en los tips de la familia sacramental.

En esa lejana escuela primaria existía una institución más sagrada que la familia más sagrada: el boletín de la caja nacional de ahorro postal.  Se compraban estampillas de diferentes valores y se pegaban con esmero en el boletín hasta completarlo.  El boletín completo se canjeaba por pesos moneda nacional en la Caja Nacional. Era el culto al ahorro. Las monedas de la mayoría, los billetes de la minoría (yo entre ellos) se clonaban en estampillas.

Ese boletín que se iba llenando a veces lentamente, otras más rápido, era más importante que un seguro de vida. Era la marca indeleble de que futuro se escribía con la misma F que Fortuna.

Hay muchas desilusiones en la vida. Algunas terminan en cicatrices que, como dice el tango, sangran todavía. Una de ellas fue el intento de canjear el boletín algunas décadas después. La moneda que figuraba en las estampillas, el peso moneda nacional, había devenido abstracto. El ahorro que parecía sólido se volatizó en el aire.

Décadas más tarde conocí la sentencia de Marx de “que todo lo sólido se desvanece en el aire”. Inmediatamente recordé el boletín de la caja nacional de ahorro postal y me hice marxista.  Hasta la fecha.

La base de la fortuna había colapsado. Y lo que me dolía, además de los ahorros perdidos, eran todos esos entusiasmos y alegrías al comprar y pegar estampillas, compartir los planes con mis compañeros (el primario era sólo de varones) y amigos. Ni la caída del Muro (que cayó porque lo empujaron) me dolió tanto. Tampoco me di cuenta en ese momento de que empezaba el proceso de clausura del futuro. Reemplazado en el mejor de los casos por un presente continuo aterrorizante. Después de todo, el eterno retorno no es un mito. Y en el peor la clausura del futuro (hoy diríamos cancelación) reemplazado por un pasado que alucinamos que siempre fue mejor. El paraíso perdido por nuestros pecados.

En el caso del boletín de la caja nacional de ahorro postal, supongo que pecados financieros.

Hoy niñas y niños no tienen ninguna forma de ahorrar nada. Ni dinero, ni cariños, ni comida, ni alegrías, ni enseñanzas. Nada se ahorra, todo se desperdicia. Todo se ha vuelto un crimen cuidadosamente planificado, controlado, sostenido y buscado.  El hambre, la enfermedad, la desnutrición, la desesperación, el terror con y sin nombre, los abusos, violaciones, maltratos físicos y psicológicos, el agotamiento por stress traumático.

Fortuna era la diosa romana de la suerte. Siempre pensé que de la buena suerte. Las fortunas significaban bienes y riquezas.  Algo pasó en la línea del espacio tiempo. Algo o mucho se alteró. Ahora la Fortuna sin base es la diosa de la permanente mala suerte y en vez de bienes reparte males.

Habrá que ahorrar de otra manera. No más boletines ni estampillas.  Ahorrar para que las luchas, los corajes, las valentías tengan una nueva base. Ejemplos sobran. Esas luchas, esos corajes, esas valentías es lo que ahora necesitamos ahorrar y atesorar.

Son y será nuestra base.


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