Efecto Gualeguaychú

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Por Oscar Taffetani

(APE).- “El problema de tres pequeños seres es algo sin importancia, en este loco mundo”, le dice Rick a Ilsa, en un memorable pasaje de Casablanca. Una sensación semejante tuvimos días pasados, al ver la formidable maquinaria puesta en funcionamiento, a ambos lados del río Uruguay, a partir de la demanda del pueblo de Gualeguaychú.

 

El conflicto por la instalación de las pasteras navega ahora por un agitado mar, en el que se mezclan cuestiones tan diversas e importantes como la reelección de un presidente, el futuro del Mercosur, el debut de la Corte de la Haya en temas ambientales y hasta un cambio de las alianzas estratégicas, a nivel continental.

A esta altura de los acontecimientos, podría decirse, Gualeguaychú ya ha sido expropiado de su demanda. Se la quitaron los poderosos, para convertirla en pieza de un ajedrez mayor.

Sin embargo, el insistente tañido de esa campana entrerriana llegó hasta los más remotos escenarios, y produjo un saludable efecto. Nada será igual, después de Gualeguaychú, para los luchadores ambientales argentinos. Ni para esos modestos vecinos de una comunidad litoraleña que conquistaron, con derecho y honor, su definitiva ciudadanía.

Aquella historia de Ilsa, de Rick y de Lazlo, en un mundo deshecho por la guerra, tampoco era una historia “importante”. Sin embargo, cuando hoy recordamos el filme Casablanca, en lo que menos pensamos es en el contexto político. Y sí, en cambio, nos detenemos en la vida de esos tres pequeños seres, que intentaban seguir amándose en los vaivenes de un mundo enloquecido.

Lanzando el bumerán

Kirchner y su gabinete, junto a 17 gobernadores, 4 vicegobernadores y más de 300 intendentes argentinos, participaron el pasado 4 de mayo, en Gualeguaychú, de un acto en respaldo a la lucha de ese pueblo entrerriano por su salud ambiental.

Pero muchos de esos funcionarios habrán pensado, al aplaudir los discursos “verdes” del intendente Irigoyen, el gobernador Cobos y el mismo presidente Kirchner, en el bumerán que estaban lanzando al aire.

Y más de uno habrá rogado al cielo que ciertos expedientes dormidos y ciertas demandas silenciadas, de sus respectivos distritos, no se vuelvan a activar en el futuro inmediato, debido al efecto Gualeguaychú.

Pero no. Lamentamos decir a esos funcionarios (pura retórica) que sus malos presagios se cumplirán, y que el bumerán que lanzaron contra un blanco tan lejano (La Haya, Helsinki, vaya a saber adónde) va a regresar con fuerza hacia la provincia o el distrito de quien lo lanzó.

Y entonces, el pueblo le preguntará a los gobernadores de Santiago del Estero, de Tucumán y de Córdoba, por ejemplo, qué diablos están haciendo con la cuenca de los ríos Salí y Dulce, que tienen sus napas de agua cada vez más contaminadas por residuos de ingenios azucareros, de papeleras, de curtiembres y de cloacas urbanas.

O qué diablos están haciendo con la laguna Mar Chiquita, que recibe a diario la polución de esa misma cuenca. O con las Termas de Río Hondo, un enclave turístico cuya salud económica depende de la salud de sus aguas.

El pueblo le preguntará al gobernador de Chubut, por ejemplo, por qué el Estado permanece ciego (o cómplice) frente a los nuevos proyectos de la Patagonia Gold, acaso una hija no reconocida de la Meridian Gold, que ha comprado tierras vecinas al Parque Nacional Los Alerces y que amenaza con volcar cianuro y otros residuos venenosos sobre esa incontaminada cuenca hídrica de la Patagonia.

Y le preguntará al jefe de Gobierno porteño, por ejemplo, así como a los intendentes de algunos populosos partidos bonaerenses, qué han hecho hasta ahora con el hiper-contaminado Riachuelo, y qué van a hacer.

Lago San Roque y Embalse Río Tercero, en Córdoba; Cabra-Corral, en Salta; Nonogasta en La Rioja; Dock Sud, Ensenada y Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires; o el río Luján, el Matanza y el Salado, también en territorio bonaerense; el río Negro del Chaco; el río Chubut, el arroyo Esperanza y el Lago Rosario, en Chubut; el Paraná en sus tres cursos, el mismísimo río de la Plata. Todos son casos de polución. En todos hay demandas de sus vecinos y habitantes.

Además, están los basureros a cielo abierto de Paraná (Entre Ríos) y de San Juan capital. O los ríos Amanao y Vis Vis, en Catamarca; o el Atuel sin agua de La Pampa; o el Seco con agua mala, en San Luis...

La agenda ambiental es infinita. Pero cada dirigente y cada funcionario deberá responder por lo que le toca. Y de esa respuesta dependerá su suerte política.

Heráclito en el río Uruguay

Gualeguaychú ha sido hasta ahora una ciudad argentina privilegiada. No porque sobre ella se haya posado la benéfica mirada de algún caudillo, sino porque sus habitantes fueron llegando de a poco a la certeza de que sin salud pública y sin un ambiente sano, sencillamente no tienen futuro.

Una planta potabilizadora de agua, otra para reciclado de residuos y hasta una red cloacal que cubre las necesidades de sus 80 mil habitantes (algo inédito en el país) son algunos de esos privilegios. O deberíamos decir: de sus orgullos.

Los carnavales de Gualeguaychú -a esta altura, los más importantes del país- y las villas balnearias sobre el río Uruguay -Ñandubaysal, Banco Pelay- constituyen sus más poderosos argumentos para promocionarse, a nivel nacional y regional, como capital turística.

Hoy, los ciudadanos de Gualeguaychú se enfrentan a una verdadera amenaza, que los ha obligado a ponerse de pie y a luchar por sus derechos.

No podemos saber si a la vuelta del torbellino, cada cosa estará en su lugar. Lo más probable es que no. Pero sí es posible anticipar que la cómoda instalación de industrias contaminantes, al amparo de la corrupción, en esta parte del planeta, de ahora en más, se volverá incómoda e inviable.

Heráclito de Efeso, pensador presocrático que había hallado en el agua el principio del Ser, gustaba utilizar la metáfora del río para ilustrar sobre los procesos de cambio.

“Nadie se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito. Porque ni el río es el mismo ni nosotros somos los mismos, la segunda vez.

Hablaba, como sabio que era, del efecto Gualeguaychú.

 


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