Echando de menos

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Por Alberto Morlachetti

(APE).- Tiempos de muchachos latiendo a 100 pulsos de juventud por minuto, la del puño izquierdo levantado y la rosa roja -con aire enamorado- apuntando al corazón del sistema. Después -dice Vallejos- reemplazamos el noble y desinteresado espíritu de la primera juventud por un práctico y bovino sentido común. En contados casos sobreviene el suicidio, la locura, un vicio socorredor o una estática borrachera de desesperación.

 

Nos volvemos pesimistas-neutrales-ciudadanos decentes-“corazones dispépticos o riñones diputados”. Metamorfosis de los tiempos jóvenes a los tiempos adultos. Ya la rosa no tiene otro compromiso que ser hermosa y el puño blindado es una mano abierta a la responsabilidad social empresaria.

Los prestigios improvisados de los “mozos arribistas” nos hablan de “crecimiento” a pesar de que el 3.8% de la población -unos pocos elegidos- consume el 56% de los bienes país -una sombra pasajera dicen- porque metros más allá de nuestros millones de niños hambrientos, nos espera un futuro luminoso. El discurso “académico” cortaba la tristeza y puso “desarrollo sustentable” donde decía crimen.

Mire usted, el Gobierno acaba de anunciar que la desocupación bajó al 9.8%, poniendo a las matemáticas en dimensión patológica. Dicho de otro modo una psicosis numérica. Pasaremos hambre, sentiremos la desesperanza, pero al final -si tenemos buen ojo- nos aguarda la felicidad. Claro está, si todavía estamos vivos.

Si algún compañero encuentra por allí una organización política, soltera, sin compromiso, mayor de edad, que cuando dice voy a la izquierda no camine hacia la derecha y cuando decida ir hacia adelante no retroceda y que responda al nombre de fraternidad le ruego que me avise porque estoy echando de menos la esperanza.

Fuentes de datos: IEF-CTA (Instituto de Estudios y Formación - Central de los Trabajadores Argentinos) Junio 2006 / Diario La Nación 29-06-06

 


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