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Por Carlos del Frade
(APe).- Los imperios usan la droga como un arma de dependencia y control social. Lo hizo Inglaterra en China durante décadas, lo hizo Estados Unidos contra su propio pueblo antes, durante y después de Vietnam, cuando primero liberó el consumo de heroína incitando a la lucha y más tarde democratizó la marihuana cuando los reclamos de los familiares de los soldados reclamaban la finalización de aquella locura y había que aplacar los ánimos.
El sistema sabe que la juventud no puede volver a enamorarse de la necesidad de la revolución, por eso impone el consumo masivo de las sustancias psicoactivas para destruir químicamente a las nuevas generaciones.
Lo dijeron los internos del penal santafesino de Coronda en una reciente carta enviada a las chicas y chicos de la calle de las principales ciudades: “Acá te preparan para regresar, igual que en los institutos de menores. Ese es uno de sus grandes negocios. Y ‘Iza -Ojo-‘ no se dejen atrapar por otro, que es uno de sus peores enemigos, porque no te deja pensar y en muchos casos te mata. ‘La Droga’, díganle… NO… Si alguien les dice vamos a curtir un faso no le pasen cabida, y menos al Paco, eso te hace morir en poquito tiempo, y es parecido a las pastillas, porque después del mambo te despertás en una taquería sin saber qué carajo hiciste y acusado de un montón de cosas. Acá está lleno de pibes que curtieron esa onda, y ahora no pueden salir, y cuando lo hagan si siguen en la misma seguro que volverán. Rescátense… una de las mejores formas de hacerlo es estudiando y trabajando. Esos son derechos que les corresponden y no los tienen que mendigar, los tienen que exigir”, decía un fragmento de esa lúcida nota enviada desde los abismos de la mayor cárcel del segundo estado argentino donde la mayoría está detenida por delitos vinculados al narcotráfico.
De allí que el sistema quiera que el consumo vaya educando a las pibas y pibes desde muy chiquitos.
Entonces no es casualidad el dato que suministró Marcelo González, subsecretario de Prevención de Adicciones de Catamarca, cuando señaló que el “45 por ciento de chicos entre quince y veintidós años tiene algún tipo de adicción, mientras que niños de siete a nueve años inician sus hábitos mediante inhalantes o pegamentos”.
Fue durante la realización del llamado Foro provincial catamarqueño organizado por la Secretaría de Desarrollo Social y del que participaron municipios y representantes de diversas organizaciones sociales.
"Tenemos tristes experiencias en la ciudad, especialmente en las escuelas del sur de la provincia, donde algunos focos indican la ingesta de este tipo de drogas (como el tolueno o los pegamentos) legales por chicos de 7 a 9 años. Es alarmante que los inicios se den a tan temprana edad, y el desconocimiento de las consecuencias graves que tiene esto", dijo González.
Así trabaja el sistema.
Con su necesidad de continuar manteniendo la mayor tasa de ganancia posible a favor de unos pocos, educa a las mayorías y, especialmente, a los más pibes a ser consumidores consumidos, a obedecer o, en todo caso, a convertirse en delincuentes que terminen presos en lugar de ser militantes del cambio y la transformación, tal como lo advierten los que ya están detenidos en uno de los más trístemente célebres penales de la Argentina, como es Coronda.
Fuente de datos: Diario La Unión Digital - Catamarca 25-01-08
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