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Por Silvana Melo
(APe).- Hace dos mil y pico de años que lo secuestran, lo torturan y lo matan, con la impunidad de los poderosos de la historia. Hace dos mil y pico de años que vuelve a nacer, con la terquedad de los que insisten en la infamia de esta vida. Con la sangre de su madre secándosele en la piel, con la sangre futura de las espinas ya adivinándose en su cabeza. Ese bebé diminuto, de carne aceituna, de ojos negros apenas abiertos, mezclado con las alimañas y la mierda de los animales, arropado de pastos y trapos, nació en un baldío en el frío de la medianoche. Mientras el resto del mundo llenaba sus panzas opíparas festejando quién sabe qué. Y elige la misma noche para nacer y elige dónde porque sabe que nadie le abrirá las puertas a una parturienta pobre con un marido cuentapropista en la mala, desalojados en el frío del invierno. Que del otro lado del mundo es verano pero es lo mismo. Porque los mercaderes del capitalismo –que él nunca podrá terminar de expulsar- son los mismos.
Entonces busca nacer donde reina la muerte. Esta noche entonces irá a nacer en una villa del conurbano. Y se bautizará en una pelopincho en la vereda, con decenas de morochitos como él, hambrientos y muertos de la risa. Dispuestos a desafiar con alegría a los crueles que niegan el alimento y riegan con agua hirviendo los brotes de la vida. Irá a nacer en Gaza, donde cortan el agua y bombardean a los niños. Irá a nacer en un campo de refugiados y tal vez lo separan de sus padres y tendrá frío y tendrá hambre. Irá a nacer a los pueblos fumigados de un país hecho de pan donde falta el pan. Y donde se envenena a los niños en nombre de la rentabilidad agrícola.
Irá a nacer a cualquier tierra baldía, condenada a basural, donde se arrumbe a los pobres mientras la opulencia se adueña del resto de un mundo que siempre será ajeno. Porque la mala noticia es que él nace para morirse. Para que lo persigan, lo torturen y lo asesinen, como a miles y miles de inmolaciones en este mundo de acá.
Y tanto nacerá, con tanta pertinacia, que un día traerá en esa cuna de trapos sucios el fuego a la tierra como prometió. Y todo arderá. Y todos aquellos miles y miles de inmolados en este mundo de acá vendrán con él para concretarlo. Para poner el mundo del lado del revés de una vez y para siempre.
Foto de portada: Jesús envuelto en una manta isotérmica como las que entregan a los refugiados en los centros de detención en la frontera. Parte de una instalación de un pesebre en Estados Unidos, después de la política de Trump con los refugiados.
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