Más resultados
Por Silvana Melo
(APe).- Los 85 propietarios de la mayor opulencia del planeta atesoran la misma riqueza que los 3.500 millones más pobres de ese mismo mundo. Que no es el mismo mundo, porque la tierra se parte como rodajas para el banquete mínimo y el descarte generalizado recibe las sobras casuales de la indigestión.
El informe de Oxfam –una sociedad de 17 organizaciones internacionales- aparece con un título provocador: “Gobernar para elites, el secuestro de la democracia y la desigualdad económica”. Y paseó por los distintos medios del país con lecturas diversas.
Pero con una conclusión abrumadora: la riqueza del mundo está dividida en dos tajadas iguales. Una de ellas está en manos del 1% más rico. La otra, se reparte entre el 99 % restante.
El informe –al que APe tuvo acceso- utiliza una figura brutal que define a las democracias del mundo emergente: el “secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites”. Un ejemplo tajante en la historia reciente del país es el menemismo. Diez años durante los que el poder económico perdió toda sutileza a la hora de gobernar: asumió directamente los cargos políticos con un títere pintoresco como representación republicana. El secuestro de la democracia por parte de las elites sucedió brutalmente en los largos y oscuros 90 y en estos años los propietarios del país (que supo volverse un country cerrado para privilegiados) apenas resolvieron volver a la sutileza acostumbrada y dejar los primeros planos a la política.
Oportunidades
Por las dudas que nadie, en el ecuménico concierto mundial, vaya a oler la intención de la búsqueda de una sociedad igualitaria, Oxfam aclara que “un cierto grado de desigualdad económica es fundamental para estimular el progreso y el crecimiento, y así recompensar a las personas con talento, que se han esforzado por desarrollar sus habilidades y que tienen la ambición necesaria para innovar y asumir riesgos empresariales”.
El problema es que la igualdad de oportunidades es una utopía boicoteada históricamente y aplastada a sangre y fuego.
Si el Estado es la dictadura de una clase sobre otra
(Hobbes, Locke, Rousseau), la democracia es el espacio apropiado por una elite para concederse privilegios.
La misma organización, insospechable de impulsos revolucionarios, hace un análisis pedestre pero real: “cuando la riqueza se apropia de la elaboración de las políticas gubernamentales secuestrándolas, las leyes tienden a favorecer a los ricos, incluso a costa de todos los demás. El resultado es la erosión de la gobernanza democrática, la destrucción de la cohesión social y la desaparición de la igualdad de oportunidades”.
La violencia social dejó de ser política. Surge del estallido de los residuos sistémicos que emergen de sus confines a buscar lo que debió pertenecerles. Y lo hacen de la peor manera. Con la única conciencia del disvalor de la vida. La propia y la ajena.
El monopolio de las oportunidades (grandes multitudes no accederán jamás si quiera a tener la oportunidad del intento), la desestabilización de las sociedades, las barreras guettales: muros, alambres, cámaras, cercos uniformados, los instrumentos institucionales dirigidos: las leyes, la justicia, el brazo represivo directo del Estado, apuntando claramente a la consolidación de la elite privilegiada, con condenas y cárceles disciplinadoras colmadas del multitudinario desecho social.
Cifras y orígenes
Dice la Oxfam, sobre un estudio del Foro Económico Mundial:
• Casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de sólo el 1% de la población.
• La riqueza del 1% de la población más rica del mundo asciende a 110 billones de dólares, una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial.
• La mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo.
• Siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años.
Dice la FAO (organismo de la ONU para la alimentación):
• 842 millones de personas en el mundo sufren hambre crónica.
• En 2013, la cosecha global de cereales alcanzó los 2.500 millones de toneladas. ( 8,4% más que en 2012 y un 6% más que en 2011).
• Por primera vez en la historia: la humanidad tiene recursos para alimentar a todos. Pero 1 de cada 8 personas padece hambre.
• En América Latina hay 164 millones de personas bajo todas las líneas de pobreza. La indigencia alcanza al 11,5 %.
• El 30% de la población consume el 60% de la producción.
• En Níger, una familia destina entre el 70 y el 80% de sus ingresos para comprar comida. En los países desarrollados, no supera el 20% y en EEUU el 7 %.
• Cada año, en el mundo, se tiran a la basura al menos 1300 millones de toneladas de comida en buen estado.
Dice el Barómetro de la Deuda Social de la UCA (única medición alternativa al INDEC):
• En Argentina la inseguridad alimentaria alcanza al 11,7%.
• Unos 4 millones y medio de argentinos experimentaron en el último año una reducción en la porción de alimentos que consumía.
• En el período 2012/2013 hubo una cosecha record de cereales de 105,4 millones de toneladas, contra 104,3 millones de toneladas de 2011.
2100 millones de personas (el 30% del total del mundo) consume el 60 % de la producción. El 40 % le queda a los 4900 millones restantes. Esa es la desigualdad, proveedora de violencia y devaluadora de la vida. Esa es el hambre crónica. Es decir, la que llegó para quedarse, como la guerra, como la estupidez, como la injusticia. El hambre es criminal. Y es el símbolo más brutal del fracaso de la humanidad.
Edición: 2614
Suscribite al boletín semanal de la Agencia.
Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.
Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte