De Sandra Cabrera a Villa Moreno

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Por Carlos Del Frade

(APe).- La fiscalía que entendió en el asesinato de Sandra Cabrera, cometido el 27 de enero de 2004, y la Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario, demostraron y aceptaron que los integrantes de las policías federal y provincial, de entonces, tenían relaciones comerciales con las trabajadoras sexuales de la zona de la estación terminal de colectivos “Mariano Moreno” a quienes les daban “remanentes” de drogas para vender.

 

“…Una relación comercial de tipo ilegal, en la que se mueven importantes sumas de dinero”, apuntaba el texto del fiscal.

“...La lectura de la causa permite concluir… por la existencia de una relación que involucra a Sandra Cabrera, a compañeras del ejercicio de la prostitución, a Parvluckzyk y a otros empleados de la policía federal, en un contexto en el que existe trato, relaciones íntimas de algunos con cierta permanencia, pertenencia, protección y en cuestiones vinculadas con la droga -tráfico, consumo, delación dentro de una actividad en la que no suele ser extraña una labor de inteligencia a través de informantes en el medio-…”, se lee en el folio 1898, dictamen de la Cámara de Apelación en lo Penal Rosario, sobre el expediente 1166/04 “Parvluckzyk, Diego Víctor s/homicidio calificado”.
Una relación comercial donde las trabajadoras sexuales denunciaban aprietes y amenazas varios de parte de los uniformados, sean federales o provinciales.

Aquel vínculo, probado en esa investigación y que no dejó preso a nadie, mostraba en el inicio del tercer milenio en Rosario cómo se organizaban los delitos en los barrios: con complicidad policial.

El expediente del crimen de Cabrera descansa en algún lugar de los tribunales provinciales sin que se haya impulsado una investigación política y judicial en torno a la historia de esos vínculos que primero conforman bandas “comerciales” y luego derivan en grupos armados que se disputan los territorios barriales.

Es esa historia la que también debe atenderse cuando se investiga el triple crimen de Villa Moreno. Tres pibes asesinados por “bandas armadas” cuyos integrantes poseen automóviles muy caros, armas sofisticadas -todavía no se sabe con exactitud cuál fue usada para la masacre- y gozan de zonas liberadas.

Como se ha dicho desde los propios tribunales provinciales, esas “bandas armadas” cuentan con la colaboración policial por “anuencia, protección o miedo”, según las palabras de un altísimo funcionario judicial.

Haber ignorado el contexto de explotación comercial que rodeaba el trabajo de Sandra Cabrera de parte de las fuerzas policiales terminó generando una mirada cómplice a la cooptación de miembros en los distintos barrios de la ciudad que después florecieron como organizaciones delictivas armadas.

Es necesario producir información sobre la historia de cada una de las seccionales policiales en los barrios rosarinos para comprender qué presente se vive en la geografía profunda de la ciudad.

A ocho años del asesinato impune de Sandra Cabrera no es casual, entonces, que tres pibes de Villa Moreno, uno de los tantos barrios de Rosario, hayan sido asesinados por una banda que hunde sus raíces en la trama de relaciones que desde hace tiempo han establecido integrantes de las fuerzas de seguridad, empresarios que viven en el centro y violentos profesionales que se aprovechan de la ausencia del estado para abrazar al 80 por ciento de las pibas y pibes que no terminan la secundaria en estos arrabales del mundo. Una trama que, además, cuenta con abogados y contadores expertos no solamente en lo suyo sino también en manejos poco cercanos a las leyes. Habilidades que luego se pagan de los dos lados del mostrador.

 

Edición: 2175


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