¿De qué estábamos hablando?

Dice Alfredo Grande: Hoy es la hora de los frentes, que apenas son contrafrentes sin vista ni siquiera al pulmón de manzana. Piedras llueven sobre jubilados, jubiladas, niñas, originarios, discapacitados, trabajadores. Piedras, misiles, gases, palos y el mundo sigue andando. Aunque muchos ojos se cerraron y se seguirán cerrando.
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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace muchos años (ya me está angustiando escribir tantas veces hace muchos años) escribí a pedido de un periodista de Página 12 una pequeña nota en relación a la segunda y democrática desaparición de Julio López.  Al texto lo titulé: “Sus ojos se cerraron”.

Fue el lejano 4 de diciembre de 2006. El título es cuasi plagio porque quería enfatizar que “el mundo sigue andando” Y en efecto: siguió andando.

Hacia dónde, es otro tema. En la década del 60/70 hablábamos de la patria socialista. Muchos de nosotros tocábamos el cielo con las manos. No reparamos que el infierno estaba en nuestros pies.  En ese momento hablábamos de la patria socialista y la patria peronista, que fue el fundante de tantas desgracias y tantas tragedias. Porque un peronismo aliado no al socialismo, sino a formas diversas del capitalismo, marcó muchas penas y olvidos. En este caso es un cuasi plagio al título de una novela excepcional del “gordo” Soriano. Pero el mundo de la democracia representativa siguió andando.

La confusión no creo que nada ingenua entre sufragio y democracia (aclaración que debo al dirigente socialista Mario Mazzitelli) termina en la legitimación del actual presidente. Y legitima el horror que una periodista muy empoderada exprese sobre los piedrazos a la caravana de la muerte de la libertad avanza de todas las formas de matanza. Pero se queda piola sobre el exterminio de la población y territorio de Gaza y Cisjordania. No es la única que calla. Pero también calla. Quizá se haya sometido a que el silencio es salud. Si bien para muchas y muchos puede ser un caso menor, el despido del periodista y economista Jairo Straccia de Radio con Vos, no impidió que el mundo de la radio siga andando.

O sea: puede pasar cualquier cosa y el mundo sigue andando. El tema es que antes de eso se hablaba.

El credo del silencio es salud ha calado parece que para siempre.

Durante décadas en la Argentina no se hablaba de fascismo. A lo sumo, del enano fascista sin posibilidades de crecer. Del fascismo no se hablaba. La ficción democrática facilitó ese armado. Ítalo Luder, candidato peronista post dictadura, aceptó el indulto de los propios militares. Otro peronista, Menem I los indultó. De distintas maneras, Alfonsín y Nestor Kirchner no creyeron que el silencio sobre la dictadura fuera salud. Pero a más de 40 años, los límites entre democracia y dictadura son borrosos.

Hace no pocos años estábamos hablando de patria si, colonia no. Del socialismo como algo inevitable. No había versiones sobre capitalismo bueno, capitalismo con rostro humano, capitalismo serio, capitalismo en joda. Capitalismo era una cosa a combatir, no una cosa a matizar. O sea: estábamos hablando del combate, no hablábamos de la queja.

Combate que la derecha entendió siempre, y por eso devino en Guerra Cognitiva, como bien dice la periodista y corresponsal de guerra Karen Maron. Dejamos de hablar de Cabezas y de Von Clausewitz. Su advertencia de que la política es la continuación de la guerra por otros medios fue olvidada.  Empezamos a hablar de partidos políticos, sin advertir que los partidos políticos son la muerte de la política. Al menos, de la politica de liberación, emancipación, justicia social, socialismo nacional e internacional.

Las políticas reaccionarias florecen con la ayuda de los “topos” de los partidos políticos. Hoy es la hora de los frentes, que apenas son contra frentes sin vista ni siquiera al pulmón de manzana. Piedras llueven sobre jubilados, jubiladas, niñas, niños, originarios, discapacitados, trabajadoras y trabajadores. Piedras, misiles, gases, palos y el mundo sigue andando. Aunque muchos ojos se cerraron y se seguirán cerrando. Pero lo que empezó como “costo social del ajuste” devino en “exterminio planificado” para sostener el superávit fecal.

Es necesario recordar todo aquello que hablábamos hace décadas. Si bien recuerdo la advertencia tupamara, que supe de la boca de Vicente Zito Lema, de que la palabra separa y la acción une, creo que podemos unir palabra y acción.

De eso se trata, a mi criterio, el sentido fundante de la escritura.


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