De los negocios ecocidas a la bajante del Paraná

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Por Carlos del Frade

(APe).- -El agua es la sangre de la Pachamama…ella ya encontrará la forma de defenderse – dice un integrante del pueblo originario de Moreno, en Catamarca, población que sufre la explotación del litio, el llamado oro blanco que genera, entre otras consecuencias, la sequía como resultado de las fenomenales cantidades de agua para su extracción.

La reflexión que puede escucharse y sentirse viendo el documental “En el nombre del litio” es una irresistible traslación a lo que hoy sufre el Paraná, el viejo pariente del mar, cada vez más bajo, cada vez más seco.

Pero los ríos no se secan solos.

A los ríos los secan las crecientes desbordantes del negocio que multiplica sus ganancias mediante la explotación irracional de la biodiversidad y los bienes comunes.

Casi cinco mil kilómetros convierten al Paraná en el segundo río más importante de América del Sur y el décimo cuarto del mundo.

Su nacimiento está relacionado con el corazón de la selva del Amazonas, el llamado Alto Paraná, abarcando una longitud de 1.550 kilómetros, atravesando el macizo de Brasilia, por lo que es un río de meseta, que discurre sobre un lecho rocoso, entre barrancas que se van distanciando progresivamente entre sí. En épocas pasadas presentaba gran cantidad de saltos de agua y rápidos que han sido aprovechados para construir embalses y represas, como las de Itaipú y Yacyretá, lo que hizo desaparecer el valle de inundación bajo las aguas.

“El tramo brasileño es el más modificado por la acción humana: la vegetación subtropical circundante ha sido completamente reemplazada por campos dedicados a la agricultura y la cría de ganado y sus planicies de inundación fueron sumergidas bajo los embalses, lo que alteró totalmente los regímenes fluviales del río. Tras la represa de Yacyretá el río presenta una clara dirección hacia el oeste, ensanchándose progresivamente y ramificándose en varios canales que forman gran cantidad de islas fluviales hasta unirse frente a Paso de la Patria con el río Paraguay”, señalan diferentes fuentes informativas.

-El cuadrilátero formado entre el centro-sur de Brasil y la cuenca del Río de la Plata sería un desierto si no fuera por el Amazonas – apuntó el climatólogo Antonio Donato Nobre, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

“La gente no tiene idea de lo que significa perder este magnífico sistema hidrológico”, advirtió.

Pero eso parece importar poco para el actual gobierno brasileño.

En noviembre de 2019, la administración de Bolsonaro presentó datos que confirmaban las predicciones de los expertos: entre la mitad de 2018 y la mitad de 2019, la deforestación en el Amazonas aumentó casi un 30% en relación al año anterior.

Se deforestaron alrededor de 9.800 km2 (980.000 hectáreas), el área deforestada más grande desde 2008.

Los nuevos datos de deforestación muestran que la proporción de áreas grandes (con más de 500 hectáreas) deforestadas entre 2018 y 2019 fue la mayor en 10 años. Y eso, según los expertos, puede indicar que grandes productores también pueden estar involucrados en el acaparamiento de tierras.

Ambientalistas e investigadores dicen que las declaraciones y políticas del gobierno de Bolsonaro están estimulando la tala de bosques y la persecusión a indígenas. Desde que llegó a la presidencia, el militar dijo que acabaría con lo que tildó como “industria de multas ambientales” y dijo que el país tenía demasiadas áreas de conservación. El gobierno también quiere empezar a permitir la minería en territorios indígenas.

Entre enero y septiembre de 2019, los ataques e invasiones a tierras indígenas en Brasil subieron más de un 40% en relación al año anterior, según datos del Consejo Indigenista Misionero.

Los ataques son atribuidos a acaparadores de tierras y personas involucradas en la minería y en la tala de madera ilegal.

Según los datos más recientes del Inpe, el Amazonas brasileño perdió 11.088 km² a causa de la deforestación entre agosto de 2019 y julio de 2020.

Lo cierto es que Brasil perdió aproximadamente 18% de su Amazonas original.

Y un dato más, por la deforestación, ahora parte del Amazonas emite gases contaminantes. Según un artículo publicado en Nature, la selva amazónica no solo pierde su capacidad de absorber carbono, sino que ahora una parte de ella incluso se convirtió en emisor del gas.

Lo que sucede con el Paraná, entonces, no es consecuencia solamente de la naturaleza, si no del fenomenal desprecio por la casa cósmica y la explotación irracional de los bienes comunes.

La bajante histórica del Paraná es consecuencia de la creciente e ilimitada impunidad de los intereses económicos por sobre la naturaleza.

Por eso quizás sea interesante revisar aquella foto del abrazo entre Messi y Neymar.

Aquel abrazo debe viajar de la cancha chica del fútbol a la grande de la Patria Latinoamericana.

Porque la bajante del Paraná pone de manifiesto cómo el trabajo y la producción de los pueblos argentino y brasileño están al servicio de intereses ajenos que extranjerizan riquezas, multiplican la pobreza del lado de adentro y destruyen el Amazonas y el Paraná.

Pensar desde nosotros para un modelo de desarrollo que genere riquezas para nuestros pueblos y proteja la biodiversidad.

Imaginar el abrazo entre las centrales obreras de ambos países, alentar el abrazo de organizaciones ambientalistas de Brasil y Argentina y exigir que la geopolítica y el comercio exterior sean diseñados desde adentro hacia afuera. Una logística común, un banco central latinoamericano y empresas de marina mercante de Sudamérica y energéticas en común.

Hoy es indispensable.

Es la naturaleza la que se rebela contra el extractivismo, la otra cara de la extranjerización.

Hagamos que el abrazo de Messi y Neymar sea también en la cancha grande de la realidad latinoamericana, por el Amazonas, por el Paraná, por nuestros pueblos.

Para que vuelva a crecer la dignidad y se seque, definitivamente, la impunidad de los grandes negocios ecocidas.

Fuentes: BBC, “Destrucción del Amazonas”, 18 de febrero de 2020. “Aire de Santa Fe”, nota de Jorgelina Hiba, del 18 de julio de 2021 y documental “En el nombre del litio” que puede observarse en las redes.

Edición: 4372

 


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