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Por Alfredo Grande
Crónica de las nuevas familiaridades (cuarto capítulo)
(APe).- Los Campanelli fue una serie de televisión del tipo comedia de situaciones de la televisión argentina. Fue creada y dirigida por Héctor Maselli, sobre libreto e idea de Juan Carlos Mesa, Jorge Basurto y Oscar Viale, quien también actuaba, con la dirección de Carlos Escalada. Se emitió los mediodías de cada domingo entre 1969 y 1974 convirtiéndose en la familia más famosa de la televisión argentina. Mostraba situaciones cómico-dramáticas de una típica familia extensa argentina de clase media (con hijos en ascenso social) cuyo patriarca era de ascendencia italiana. Una familia que se reunía cada domingo a comer ravioles (la típica raviolada dominical argentina) o si no el también típico dominical asado o los tallarines caseros "hechos por la nona (abuela)". Aunque el patriarca era evidentemente un "tano" (en lunfardo: italiano o inmediato descendiente de italianos) su esposa parecía ser acaso criolla o de orígenes quizás españoles aunque habituada por la intimidad y el amor a preparar pastas.
Marcelo Hugo Tinelli es un conductor, empresario, futbolista, locutor de radio, dirigente deportivo y productor de televisión argentino. Desde 2019 es presidente del Club Atlético San Lorenzo de Almagro.
Entre la memoria histórica, la memoria neuronal y Wikipedia el pasado se hace presente
La familia unita de los Campanelli fue el diseño de la familia patriarcal en un envase amigable y amistoso. Alejados de la monstruosidad de los feminicidios, abusos sexuales de niñas y niños, los Campanelli fueron una forma de encubridora de sostener la versión apta todo público de la cultura represora. El patriarca no es un repugnante castigador, sino un bonachón querible. Algo así como un tiranosaurus rex maquillado como lassie. La raviolada de los domingos era el acto sacrificial donde las subjetividades quedaban empastadas en la pasta. Desde ya, casera.
Tres generaciones apelmazadas en una mesa en la culminación dominguera de la semana. Una misa en formato culinario con el santo grial del raviol.
Tinelli fue la nave insigne de la cultura de los 90. La caída del socialismo real y el auge del capitalismo ideal. Las nuevas subjetividades no hacían eje en la familia, sino en algo que denominaré “familiarismo”. Caricatura grotesca de la familiaridad.
El familiarismo es una forma bizarra de trasladar vínculos de parentesco por fuera de la familia de origen.
Recuerdo la primera vez que en una estación de servicio, el encargado me preguntó: “¿qué nafta le ponés, papá?”. El impacto me llevó a contarlo muchas veces, incluso ahora. Estuve tentado de responderle: “especial, hijo”. No lo hice.
El familiarismo se presentaba como superador de la familia patriarcal. De los tabúes morales y sexuales, a la exhibición de cuerpos en localizaciones específicas. Del lenguaje distante y respetuoso, a la colección de groserías varias, chabacanerías todas. La lógica del Teatro de Revistas y sus humoristas y vedettes, pero ahora en formato televisivo. Ritmo de la noche que lograba que el domingo al mediodía los jóvenes y no tanto se despertaran a las tres de la tarde. Golpe bajo a la raviolada.
Tinelli difundió el familiarismo en una escala nacional. Del patriarcado vegano al familiarismo caníbal. Como todo reformismo, llegó para quedarse.
Campanelli y Tinelli no se excluyen. Es el complemento total, la sinergia absoluta. Con diferentes tácticas, mantienen la misma estrategia.
La matrix capitalista, de liderazgos naturalizados en absolutismos de género, se prolonga hasta el infinito. No hay que elegir entre Campanelli y Tinelli. En cada uno está contenido el otro. Para decirlo en forma original, una puerta giratoria.
Tinelli puede comer ravioles los domingos, y Don Carmelo podía ir a ver a Nélida Lobato y Adolfo Stray al Maipo. Familia patriarcal y Familiarismo son obstáculos para que las nuevas familiaridades se construyan como analizadores de todas las formas de sagradas y profanas familias.
Familia patriarcal y Familiarismo se sostienen en diferentes modalidades de la propiedad privada. Propiedad de los afectos, los deseos, las subjetividades.
Las nuevas familiaridades se sostienen en la propiedad colectiva de todos los medios de producción. Incluso de la producción de revolucionarios vínculos de parentesco.
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Edición: 4057
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