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Por Carlos Del Frade
(APe).- Cobardía colectiva. La perversa educación del sistema: desquitarse contra el más indefenso y cercano, dejarlo impune al proveedor del dolor, al titiritero del siniestro drama cotidiano, consecuencia del saqueo permanente. David Moreira es la imagen de la pedagogía de la cobardía. Apuntar abajo y a los costados. Nunca hacia arriba. El sistema sabe cómo perpetuarse.
El 22 de marzo de 2014, David fue asesinado por una turba enardecida que reaccionó a esa pedagogía de la cobardía.
David, como fuera contado en esta columna, había dejado la secundaria para rebuscarse algunos mangos como peón de albañil en la ex ciudad obrera de Rosario. Aquella tarde, alrededor de las 17, el chico bajó de la moto y le arrebató una cartera con pañales a una mujer que iba con su pequeña hija en brazos. En ese momento una chata o camioneta vieja chocó desde atrás la moto, que quedó atascada, y el muchacho que la conducía corrió para escapar.
Durante quince minutos lo mataron a puñetazos y patadas.
-Me dio mucha angustia porque el cuerpo no fue resguardado en ningún momento. Cualquiera tenía acceso para verlo y escupirlo, putearlo. El chico gritaba «basta loco, por favor». Pero le agarraban la cabeza y se la daban contra el piso. Estaban enardecidos – dijo un testigo que pidió reserva de identidad.
Dicen las crónicas periodísticas que David “era el mayor de tres hermanos y tras su muerte su mamá dio a luz a una nena. Su familia, que al dolor le sumó el estigma, emigró a Montevideo al poco tiempo”.
El jueves 12 de septiembre de 2019, uno de los tres atacantes del muchacho fue condenado a tres años de prisión condicional.
La condena se fijó en un acuerdo entre partes y fue aceptada por el acusado Yamil Nahuel Pérez, un empleado metalúrgico de 28 años. Lo habían detenido junto a un conocido cuatro meses después del hecho y estuvo cinco meses en prisión domiciliaria hasta recuperar la libertad. Ahora fue condenado como autor de un homicidio en riña y cumplirá la pena de manera condicional bajo algunas reglas de conducta. En una audiencia rápida y sin la asistencia de público, el juez Hernán Postma se limitó a aceptar y dar curso al planteo.
Para el reconocido abogado defensor de derechos humanos, Norberto Olivares, el cambio de la carátula de homicidio calificado a homicidio en riña expresaba ya “una política judicial. Creo que la Fiscalía estuvo condicionada por una opinión punitivista de una parte de la sociedad… trataron de que el hecho no quede impune pero tampoco castigar a un sector de la sociedad que es su cliente electoral. Tuvieron cuidado con ser duros con los autores del hecho porque hay un sector social que está pidiendo que sean declarados como héroes. Y para nosotros son asesinos", cuestionó el comprometido profesional.
En forma paralela, Olivares señaló que el caso “conmovió no solamente a la sociedad rosarina sino que tuvo rebote internacional". Recordó que el Papa Francisco se refirió a David para repudiar el fenómeno de los linchamientos: "Me dolió la escena. Fuenteovejuna, me dije. Sentía las patadas en el alma", escribió en una carta. Del caso también "hablaron jurisconsultos de nivel y habló mucha gente porque fue un hecho que expresó la división de aguas que hay en la sociedad respecto del tratamiento del delito chico. Porque el hecho que ocasiona la muerte de David es un arrebato de cartera".
Y añadió, por último, que "todos los días sabemos de casos de linchamientos. A lo mejor esta sentencia puede contribuir a instalar un debate y realizar una labor pedagógica con el sector de la sociedad que los aprueba. No se puede resolver el conflicto de la inseguridad, el conflicto pequeño, de esta cruel manera".
David Moreira, de solamente dieciocho años, asesinado a golpes por una cobarde turba no descansa en paz.
El servicio público de justicia de la provincia de Santa Fe prefirió respetar la perversa pedagogía de la cobardía.
La que enseña a castigar hasta la muerte a los más débiles mientras deja intocables a los responsables del dolor que son, siempre, los más poderosos.
La pedagogía de la cobardía goza de buena salud.
Los que mataron a golpes a David podrán alegar que ellos, simplemente, cumplieron las órdenes que les enseñaron.
Edición: 3946
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