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Por Sandra Russo
(APE).- Dos bebés, una nena de cuatro meses y una de 19 meses, murieron la semana pasada en Venado Tuerto por patologías ligadas a la desnutrición. En su momento, el director del Hospital Gutiérrez de esa localidad, donde se produjeron los decesos, fue claro, después de la realización de las respectivas autopsias: “Cuando los bebés ingresaron al hospital lo hicieron en estado terminal y como consecuencia de la falta de alimentación en sus hogares”, dijo el doctor Carlos Trongé, aunque lo que siguió fue una explicación ligada a una suerte de descargo: “En estos casos, lo que falló fue la contención familiar, porque por más que tengamos un excelente servicio en el hospital o en las salas sanitarias municipales, si la gente no se acerca es muy difícil que se pueda trabajar sobre los pacientes”.
Es decir, la “falta de contención familiar” descarga al hospital y carga a la familia con la responsabilidad de los hechos. Pero los descargos siguieron, y en todos los niveles, como si las muertes de los bebés constituyeran más que una desgracia ligada a la pobreza un dolor de cabeza que todo funcionario que pululara esos días por la zona tratara de calmar con alguna declaración analgésica.
El ministro de Salud provincial, Juan Silvestre Begnis, salió a decir que los dos bebés fallecidos “estaban bajo seguimiento médico” y agregó textualmente que “la provincia prácticamente ya no tiene desnutridos graves o patológicos”, aunque sí, apenas, “muchos chicos de bajo peso”. Dijo eso a pesar de que según las informaciones oficiales la beba de 19 meses pesaba solamente 6 kilos. Y como si se pudiera, con sólo abrir un paraguas, hacer que llueva.
El Jefe de la Zona VII de Salud, Tomás Tibaldi, a su turno, declaró que “hubo un mal manejo de la información, los decesos se produjeron, uno, por una enfermedad respiratoria, y otro por una septicemia. En el primero no había desnutrición, mientras que la segunda tenía un adelgazamiento de hasta un diez por ciento de su peso normal”.
Así las cosas, cada uno desde su puesto, los funcionarios salieron a adaptar la realidad a su manera. Y a calificar -lo hizo Tomás Tibaldi- al diputado provincial Marcelo Brignoni, quien denunció las muertes por desnutrición, como “un mercader de la muerte”. El ministro Begnis dijo que “en los hospitales no está faltando nada”. Espalda cubierta. El subsecretario de Salud de la municipalidad local, Víctor Barbieri, en consonancia con sus jefes políticos, también apuntó que “la beba de cuatro meses murió de una broncoaspiración en la cama matrimonial de sus padres. La madre es una adolescente de 16 años. Esa nena no muere de desnutrición. Y en el caso de la beba de 19 meses, murió de una infección en la piel, que es un problema que tenía toda la familia. La nena estaba con las defensas bajas y esa es la causa de la muerte”. Contradicciones, pelotas afuera, actos mezquinos. Promiscuidad, ignorancia, desorientación, pobreza. Culpabilización de las víctimas. Chiquitismo burocrático. Y mientras tanto, los pibes se mueren.
Fuente de datos: Diario La Capital - Rosario 22-07-05
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