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Por Sandra Russo
(APE).- El hombre se llama Daniel Cassia, es un diputado provincial de Mendoza y a él se le debe una idea que si no fuera un síntoma del bicho autoritario que todavía recorre los intestinos de este país, sería desopilante. El diputado Cassia propuso un “servicio militar sólo para desocupados”. Así como lo oyen, o lo leen. Y lo propuso para todo el país. La idea no salió de la nada, claro. El bicho autoritario no ataca solamente al diputado Cassia.
El gobernador de Mendoza, Julio Cobos, había propuesto un servicio militar “orientado hacia labores sociales, para jóvenes desocupados”. Cassia tomó esa propuesta y no hizo más que darle forma. Una forma ridícula. El diputado presentó la semana pasada un proyecto en virtud del cual se plantea “volver al servicio militar obligatorio” -el mismo que fue abolido después de la terrible muerte del soldado Omar Carrasco, un nombre recordable porque fue un hito, pero al que le precedieron muchos otros nombres de chicos maltratados, torturados y usados como mucamos y peones por oficiales y suboficiales-. De acuerdo al proyecto del diputado peronista, “el componente militar” es “básico” para los “hábitos de la obediencia y hoy se hace necesario disciplinar al joven”.
La iniciativa contempla pagarles $150 por mes a los enrolados, el equivalente de un Plan Jefes y Jefas. Y prevé tres tipos de instrucciones que no se sabe por qué el diputado cree que los militares están en condiciones de ofrecer: defensa nacional, defensa civil y participación en misiones de paz. Desglosando estos ítems, uno se encuentra con la idea de que los jóvenes, en los cuarteles, podrían ser aleccionados acerca de “instrucción cívica”: enseñanza de la Constitución provincial y de la Nacional, división de poderes, etc. ¿Desde cuándo un cuartel puede ser un aula en el que alguien le pueda enseñar a otro la importancia del respeto a la Constitución? Cassia no sabe o no contesta.
Pero no es pueril el proyecto, pese a lo que aparenta. La Constitución mendocina prevé este tipo de situaciones al mencionar las “milicias provinciales” y confiere al gobernador (el que tuvo la idea, ¿recuerdan?) el poder de ordenarles traslados y planes de operaciones. De modo que en la iniciativa de convertir a los jóvenes desocupados en una eventual fuerza de choque contra otros pobres no hay ni un ápice de ridiculez ni de inocencia. Hay sí, más bien, una picardía autoritaria, un desliz ideológico de esos que, entramados y orquestados, dan por resultado las escenas más horribles que uno puede identificar con la argentinidad.
Fuente de datos: Diario Infobae 26-05-05
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