Crecidos y alimentados

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Por Sandra Russo

(APE).- Se acercaba el 25 de Mayo y en General Pico, la Pampa, una circular emitida desde el Ministerio de Educación provincial desataba la polémica. La polémica no iba a ser gorda sino más bien delgadita, como muchos chicos pampeanos. Porque aunque tomó estado público y hasta fue reseñada en medios de alcance nacional, esta polémica estuvo lejos de adquirir la dimensión que merecía: puso sobre el tapete a qué extremos delirantes puede llegar un país cuando la manera de “proteger” a los niños más desprotegidos es discriminándolos.

Las comillas sobre la palabra “proteger” están puestas con todo el rigor que esos signos gráficos pueden brindarle a un significante cuando quien escribe no sabe muy bien qué significa. Y ésto lo que esta polémica podía poner sobre la mesa: ¿a qué le llamamos “proteger” a los chicos, hoy en la Argentina?

Una funcionaria del ministerio, la coordinadora del área, terminó cargando con la responsabilidad de esa circular, que recomendaba (“pedía”, en realidad) a los directores de escuelas que para el acto patrio que iba a celebrarse el 25 de mayo enviaran a los alumnos seleccionados entre “los más grandes y mejor alimentados”. La coordinadora ministerial, con cuyo nombre las diversas fuentes no se ponen de acuerdo y por eso en este artículo es omitido, fue posteriormente sumariada. Antes, se habían mostrado indignadas con la circular tanto la ministra de Educación provincial, María de los Angeles Zamora, como la vicegobernadora, Norma Durango. Las dos dijeron que el texto de la circular (rezaba: “Se sugiere que los que asistan a los festejos sean los alumnos más grandes, mejor vestidos, mejor alimentados y vestidos con abrigos suficientes para soportar las inclemencias del tiempo”) era “vergonzoso”. Era lógico, no que lo pensaran, sino al menos que lo dijeran. Era vergonzoso que del acto patrio participaran solamente los privilegiados (aun entre los pobres, los que piloteaban con más suerte la pobreza), un verdadero círculo vicioso: un mecanismo para privilegiar a los privilegiados. ¿Cómo sostener semejante disparate, especialmente en el ámbito de un ministerio de Educación? Así que desde la cúpula provincial y ministerial la coordinadora fue sumariada, cargada con toda la responsabilidad, la circular fue convertida en una anécdota y el 25 de mayo transcurrió en General Pico, La Pampa... con un acto en el que participaron los alumnos más grandes y mejor alimentados.

Ahí no terminó todo, es decir, con una orden repudiada pero cumplida. Más de un centenar de maestros pampeanos firmó unos días más tarde un respaldo a la coordinadora que redactó la circular. No en defensa de la discriminación, sino en defensa, según se dedujo de lo que declararon, de la transparencia y la honestidad intelectual. Los maestros afirmaron que “tal vez su error (el de la coordinadora) haya sido sincerar lo que siempre se dijo pero nunca se escribió”. El punto más claro estuvo a cargo del comunicado del gremio docente, que indicó que la medida (llevar a los actos a los más grandes y mejor alimentados) “No es una manera de discriminación, es una forma de tapar la realidad”.

Releyendo los términos de la circular, puede haberse tratado perfectamente de una recomendación no basada en lo que comúnmente se entiende por “discriminación”, sino en el ánimo de no hacerles pasar una mañana de frío a los chicos más débiles.

Pero el problema, y esto es lo interesante de la polémica, es que se trata de una medida que naturaliza esa debilidad, que no se rebela contra ella, que acata la realidad y no la modifica: en los actos, que se vean los más nutridos. Que el debilucho no sea mostrado contribuye a reforzarle la debilidad. Y como la frutilla de este postre amargo, que un día patrio lo festejen solamente los más favorecidos hace que uno no esté muy seguro de qué festeja. Este debate entre docentes y autoridades es un embrión que puede crecer porque lleva en potencia discusiones de fondo. Un niño hambriento no es un mal menor que se puede esconder. ¿Pero qué pasa cuando las propias fuerzas son tan pocas que al “proteger” a alguien se renuncia a su visibilidad, a la denuncia que ese alguien, existiendo, encarna?

Fuentes de datos: Diario Clarín 21 y 26-05-05

 


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