Córdoba y la maldición de Facundo

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Por Carlos del Frade

(APE).- La tierra del cuarteto, los alfajores y los fuegos del ´69. Donde los pibes inventaron su propia revista “La Luciérnaga” y se hicieron canillitas de sus sueños, penas, ideas y construcciones. En el lugar que apareció la siembra intensiva y el modelo de la soja transgénica sacó documento de identidad. En la centenaria y progresista provincia de Córdoba, la geografía se obstina en repetir los mapas que traza el mercado en otras y casi todas las latitudes planetarias.

 

Quizás esto empezó en los tiempos de los hermanos Reynafé, allá por el siglo XIX, cuando se obstinaron en desoír las voces del pueblo que querían a un riojano de cabellera de selva y ojos profundos, llamado Facundo, y entonces decidieron matar en nombre de Buenos Aires, siempre en relaciones carnales con los imperios de turno.

Barranca Yaco fue el principio de la cabalgata fantasma de Facundo.

Empezó su peregrinaje a la pampa de arriba maldiciendo la tierra del norte cordobés. Así cuentan las leyendas que llegaron a las pulperías y a los primeros circos criollos de fin de siglo.

Aquella maldición por haber sido matado a traición sigue su curso en el crepuscular inicio del tercer milenio.

El sistema se encarga de multiplicar la sentencia.

En pueblos de ensueño, como Minas y Pocho, cuatro de cada diez cordobeses no pueden completar ni satisfacer sus necesidades básicas. Mientras que en los departamentos agropecuarios como Marcos Juárez, ese nivel de pobreza apenas llega al diez por ciento del total de habitantes.

El norte cordobés repite el sur del mundo.

O copia el molde de otras regiones donde ciudades capitales, algunas otras industriales y beneficiadas por los negocios multinacionales de la soja, expresan fuegos artificiales de islas de bienestar, mientras que en pueblos excluidos del diagrama de la riqueza, las cifras muestran el paisaje de la escasez.

En Córdoba también inventaron las ausencias, las urgencias, las desesperaciones.

Dicen, además, que es difícil dar vuelta la taba de la historia.

Porque, como suele suceder, los que están afuera del dinero también se quedaron del otro lado de la escuela.

Las cifras oficiales sostienen que las tasas de analfabetismo crecieron, especialmente en la zona de la adolescencia.

Los pibes del norte cordobés adolecen por la propia naturaleza humana pero sufren más por efecto de la invención de los dolores hijos del sistema transgénico.

El robo del trabajo dejó un agujero negro a la hora de pensar y pronunciar la palabra futuro.

Pasa en las grandes ciudades y se hace gris cotidiano en los pibes del norte cordobés.

El empleo público devino en changas para los desesperados que dependen de funcionarios en tiempo completo. Y la posibilidad de elegir qué hacer y proyectar con lo que uno hace se borró de las posibilidades existenciales. El problema de la libertad aparece del otro lado de estos números del norte cordobés.

A mayor pobreza, menor educación y mínima posibilidad de decisión, de hacer valer los propios sueños.

Los pibes del norte cordobés no lo saben pero sus cuerpitos sufren aquella maldición del fantasma embroncado de Facundo.

Pero tienen otra sabiduría.

Aquella que los hace enamorar de la música y la poesía de un paisaje único.

La que los anima a resistir el destino de pesadilla impuesto desde los días en que algunos se alejaron de los sueños populares.

Esos pibes, sin embargo, guardan en secreto, en rincones que no son revelados por los números de las encuestas, esperanzas capaces de cambiar la taba de la historia.

Capaces de levantar, de una buena vez, aquella condena del fantasma riojano.

Fuente de datos: Diario La Voz del Interior - Córdoba 21-12-04

 


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