Conejos

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Por Miguel Semán

(APe).- Hace 10 años por una película que acá se llamó “Generación robada” nos enteramos cómo entre 1910 y 1970 el gobierno australiano se apoderó de más de 100.000 niños indígenas y los internó en institutos parecidos a campos de concentración para formarlos como mano de obra destinada al servicio doméstico de los blancos.

 

Además de esa finalidad evidentemente práctica, el secuestro de los hijos de los aborígenes, obedecía a una planificación purificadora de las clases dominantes australianas que se proponía a toda costa evitar la mezcla de razas.

Hace pocos días, en febrero de 2012, el Senado de ese país propuso una disculpa pública y una compensación económica, tardía e insuficiente, para todas las madres que fueron obligadas a dar a sus hijos en adopción durante el siglo pasado.

Esta política, sobre todo después de la segunda guerra mundial, no se limitó a los aborígenes sino que se extendió a muchísimas madres solteras que fueron amenazadas y hasta drogadas en los hospitales por directivas del gobierno y de la misma iglesia, para que entregaran sus hijos a parejas casadas.

Desde hace más de 20 años estas madres vienen exigiendo una investigación nacional de los secuestros. Como consecuencia de ello en el año 2010 la Iglesia Unificadora, la organización Catholic Health of Australia y el mismo gobierno reconocieron sus responsabilidades y se disculparon públicamente.

El Senado ahora propone un rastreo de los bebés robados y el otorgamiento de nuevos certificados de nacimiento, como también asistencia médica y un resarcimiento financiero a las víctimas, pero todo ello sujeto a una condición: que nadie diga que la adopción forzada fue producto de su época.

Esta segunda ola de adopciones forzadas, no se proponía como la anterior mantener la limpieza étnica evitando el mestizaje sino “limpiar la mancha de la ilegitimidad de los niños y evitar al estado la carga del mantenimiento y la educación que las madres solteras no habrían podido afrontar”.

La película de la que hablábamos al pasar de un idioma a otro perdió el nombre y como tantas cosas llegó a nosotros en una versión desmejorada. ¿Quién sabe por qué quienes traducen y subtitulan películas dan por sentado que los hispanohablantes no seremos capaces de comprender ciertas metáforas? De esa manera “Generación robada” desplazó al mucho más elíptico y sugestivo “Rabbit proof-fence”. Esto es Cerca a prueba de conejos, en alusión a una alambrada que divide al país con el propósito de proteger a la parte sana de la población de una plaga dañina y depredadora.

 

Edicion: 2183


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