Condorí y la revolución inconclusa

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Por Carlos del Frade

(APe).- -El problema que tiene nuestro pueblo es el de la tierra y que nunca fueron respetados en su cultura. Es la misma lucha que tenían en los tiempos de Belgrano - dijo el obispo de Humahuaca, Jesús Olmedo, a este cronista hace un año atrás.

 

Es un lugar de belleza singular, casi mística. En lo más alto del cerro, alrededor de 3 mil quinientos metros por arriba del mar, está el más bello monumento a la independencia argentina. Un omaguaca lidera una embestida contra los invasores. A sus costados, las familias gauchas que luego sangrarían con Güemes y, del otro lado, los pueblos originarios, aymaras y omaguacas peleando juntos. “Los verdaderos padres de la patria”, como diría con justicia aquel revolucionario y político de masas desconocido que se llamaba Manuel Belgrano. Los ninguneados, los que hicieron posible el triunfo en Tucumán y Salta, los que se enamoraron de la revolución y la independencia porque ese general había prometido la tierra en partes iguales para todas y todos, tal como lo había hecho en Misiones. Pero la tierra todavía no llegó. Catorce batallas se libraron en el territorio de Humahuaca y la guerra por la independencia recién terminó en 1825. La historia de Jujuy es una de las más claras demostraciones de fidelidad a la construcción de una Argentina libre que jamás reconoció el país porque siempre las crónicas fueron contadas desde Buenos Aires. Hay una doble deuda interna con Jujuy y Humahuaca. El aporte en sangre y la democratización de la tierra.

Eso sí, Humahuaca es hoy patrimonio de la humanidad. Sin embargo, sus casi ocho mil habitantes siguen reclamando por la tierra prometida, como dice el sabio obispo de esa tierra de cerros multicolores y cielo a trescientos sesenta grados que no alcanza a ser abarcado por la mirada humana.

El miércoles 5 de setiembre, dos colectivos y varios automóviles con hombres armados intentaron quedarse con tierras de los omaguaqueños. Decían representar a una organización social, la “Tití Guerra”. Buscaban el lugar como potencial negocio inmobiliario. La vieja lógica de los conquistadores. Usurpar la tierra de las comunidades para después vender. Mientras el gobernador Eduardo Fellner mira para otro lado y no está presente tres de cada cinco días hábiles en la provincia, como señalan los medios jujeños. Pero tiene tiempo para recibir al secretario de minería de la nación, Jorge Mayoral, el hombre que posee oficinas en el mismo edificio que la Barrick Gold en Capital Federal.

Los nuevos invasores, disfrazados de militantes de esta organización social, dispararon a matar y lograron su objetivo. Terminaron con la vida de Luis Darío Condorí, de solamente 29 años, guía de turismo y militante de la Tupac Amaru, organización que luego fue satanizada por los oligopolios privados de la información.

La investigación judicial que se lleva adelante ya logró la detención de tres personas y, por otra parte, se informó que estos “militantes sociales” llevaban 30 mil pesos para gastos varios. Una cifra que no tiene nada que ver con su supuesta identidad como “militantes sociales”. Grupos de tareas de esas pequeñas mafias que han pululado en la Argentina de los últimos años y que, como siempre, responden a las órdenes de delincuentes de guante blanco ante la complicidad de los nichos corruptos de los distintos gobiernos.

El crimen de Condorí no es solamente la consecuencia de la permanente puja por poder que caracterizan a distintos grupos mafiosos ni tampoco se resuelve por la mayor o menor cercanía con los gobiernos.

El asesinato de Luis Darío Conodrí, papá y trabajador de solamente 29 años, se inscribe en la larga lucha del pueblo de Humahuaca por ser respetado en su cultura y por tener la tierra que hace cientos de años viene ganando a fuerza de poner amor, sangre y coraje a favor de un país que solamente repara en la belleza del lugar y menosprecia la fantástica historia de las comunidades que pelean por una realidad mejor para sus hijos.
Porque en Humahuaca, como dice el obispo Olmedo, el problema sigue siendo el mismo de los tiempos de Belgrano: la pelea por la tierra. La deuda interna de una revolución inconclusa.

Fuentes de datos:
Diarios jujeños desde el 5 al 9 de setiembre de 2012, comunicado de la Tupac Amaru y la Red de Organizaciones Sociales de Jujuy, entrevista al obispo Jesús Olmedo y “Los caminos de Belgrano”, realizados por el autor de esta nota.

 


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