¿Cómo dijo?

|

Por Sandra Russo

(APE).- Ibamos por 9 de Julio y estábamos por doblar en Belgrano. El semáforo justo se puso rojo. Un racimo de chicos desarrapados se puso a mojar vidrios limpiaparabrisas. El taxista resopló. Me dijo: “Estos limpian vidrios de día y de noche salen a robar”. Generalmente tomo el subte para no escuchar a los taxistas. “¿Por qué los odia?”, me salió preguntarle. “Porque roban”, me contestó. “¿Qué dice? ¿De dónde saca que roban?”, grité.

Ya no tenía retorno. Otra pelea más con un taxista. El tipo pareció, sin embargo, retroceder, y apaciguó su tono pero con un argumento que me dejó boquiabierta. Dijo: “Lo que pasa es que no se quieren capacitar. Tendrían que estudiar computación”. Miré a esos chicos de remeras descosidas y zapatillas agujereadas. Cuando manejo, muchas veces hago la prueba: basta bajar la ventanilla, alcanzarles una moneda y sonreírles mirándolos a los ojos para que la cara se les ilumine. Nadie los mira. Incluso los que les dan monedas. No los miran. ¿Computación? ¿De qué hablaba el taxista? ¿En qué envase de yogur vivía? ¿Cómo es posible suponer que salir de la más cruda marginalidad es una cuestión de buena voluntad y de esfuerzo? ¿Cómo no comprender que el drama argentino es, justamente, que el esfuerzo no conduce a nada para los que se hunden?

Esta semana, la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó el drástico informe del Observatorio de la Deuda Social (realizado en junio último entre 1100 personas de grandes urbes de todo el país), que arroja una luz mortecina sobre los sectores bajos y medios bajos. Hay algunos datos que quitan el aire. En los sectores populares urbanos un 4,6% de los encuestados pensó en el suicidio como una forma de escape. En las ciudades del interior, ese guarismo trepa al 9,7%.

El informe revela también que el 80% de los encuestados redujo su dieta por falta de dinero. O que el 40% pasó frío en el invierno. El 65% no cuenta con obra social. El 25% experimenta un absoluto desamparo, incluso en relación con sus propios vecinos: se han cortado las redes solidarias, no hay a quien pedir ayuda, miles y miles están solos. Precisamente, ésa es la condición para una no-nación. No hay ninguna entidad superior a todos ellos que los tutele, que los cobije, que los amarre a la vida.

Pero como si eso fuera poco, como si nacer aquí o allá equivaliera en este siglo a nacer aquí o allá en el Medioevo, príncipe o mendigo, la mirada social los opaca, los tiñe de sospecha, los desprecia. Sólo un necio o un idiota puede creer que un chico que junta monedas limpiando vidrios y exponiéndose a la violencia emocional de ser tan mal mirado a cada instante puede estar eligiendo ese destino. El problema de este país es que cada vez hay más gente que no elige absolutamente nada.  

Fuente de datos: Diario La Nación 05-11-04


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte